La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Otegi, taimado y maduro

No iba a pactar jamás con Bildu, ahora acaba de darle el Ayuntamiento de Pamplona y en 2024 podrá darle Euzkadi

Cuanto mayor es el desafuero cometido por el Partido Ex Socialista para perpetuarse en el poder y más graves las concesiones que hace a sus socios y aliados, más burdas son las mentiras y más inanes los argumentos. Funciona en realidad mediante la anestesia y la amnesia: cada tropelía normaliza la anterior, la entierra y desactiva por aburrimiento a quienes la rechazan.

Esta semana le ha tocado el turno a la entrega a Bildu del Ayuntamiento de Pamplona, aunque ya calienta motores la entrevista en la cumbre entre el presidente del Gobierno de España y el fugitivo de Waterloo, que pronto cuadrarán sus agendas. El primero se comprometió a traer al segundo para juzgarlo por sus delitos. Será él quien visite al sedicioso después de haberlo amnistiado, borrado sus delitos y asumido sus ensoñaciones. Pleitesía final.

¿Alguien lo duda? Tampoco se puede dudar de que la moción de censura a la alcaldesa conservadora de Pamplona estaba acordada entre Bildu y el Gobierno desde la investidura de Pedro Sánchez. El pacto entre ambos fue el único cuyo contenido no se hizo público. Todos los demás se contaron, y los de Junts y ERC, con pelos y señales. Puigdemont y Aragonès corrieron a publicitar las conquistas arrancadas al necesitado –y luego virtuoso– Sánchez y rivalizar con ellas. Otegi calló todo. Es más taimado que los otros y más astuto. Sabe que los avances de Bildu necesitan negociarse a cencerros tapados. También es más maduro que Aragonès y Puigdemont. ¡Cómo no va a serlo si ha pasado en un rato de terrorista a hombre de paz y estadista, sin condenar a los de la bomba y el tiro en la nuca!

Ha conseguido, Otegi, que el presidente legítimo del Gobierno democrático del país que planea desguazar –aquel que nunca pactaría con él y estaba dispuesto a jurarlo veinte veces si hacía falta– le convierta en su aliado más estimado, le entregue la Alcaldía de Pamplona hoy y la presidencia del Gobierno vasco el año que viene (o se la entregue Bildu al candidato socialista en Euskadi, otro que solemnemente proclama que eso no pasará nunca, nunca, nunca, y si pasa él se iría a su casa). Tiene la misma credibilidad que quien le llamará la misma noche de las elecciones autonómicas vascas para ordenarle que pacte con los herederos de ETA. Por la convivencia, el cierre de las heridas del terrorismo y el progreso, claro está. Son mejores excusas que la de esta semana en Pamplona: moción de censura por la parálisis de la alcaldesa tras gobernar ¡cinco meses!

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