Cambio de sentido

Padres o pedagogos

¿En qué punto deja de ser sano que los padres se inmiscuyan en lo que sus hijos aprenden en clase?

Si metes tres veces mal el pin parental, ¿se te bloquea el niño?", se preguntaba alguien con sorna a propósito del eufemismo que nos han preparado, listo para propagar en forma de hashtag, los palabristas de la derechísima y los jartibles de la vulva y el pene. Pin parental, lo llaman, como si el niño estuviera con la Play en vez de con sus maestros. Ante el estupor de quienes creen que en España es posible una derecha centrada a la altura de la europea, Casado ha comprado -otro eufemismo, que rebaja las ideas, por malas que sean, a la categoría de mercancía- la iniciativa de vetar actividades que, a todo esto, ya han sido aprobadas en el consejo escolar en el que están representados los padres. Conforme con mi compañero de página Pablo Bujalance: lo del pin no es más que ganas de pataleo, una falsa polémica pensada para marcar la agenda, y ahí llevan otro eufemismo. No vale: lanzan piedras al Gobierno en la cabeza de los niños y en el tejado de las escuelas públicas, en el frontispicio de la institución que, sin duda, necesita un debate serio, un replanteamiento de altura y un verdadero pacto de Estado, y no estos espantijos de unos pocos y su claque, que suelen tener a sus vástagos en colegios privados. Los problemas de la educación son demasiados y no son éstos.

Quien sea, comunista o requeté, que quiera conocer al detalle y poner peros a las actividades que tiene su progenie en el cole puede hacerlo. A usted le puede parecer fatal que a su hija le expliquen en el instituto métodos anticonceptivos (ésos que, por cierto, evitan abortos) o vainica doble. Pero me hago en público la pregunta más impopular y menos populista que pueda haber: ¿en qué punto deja de ser sano que los padres se inmiscuyan en lo que sus hijos aprenden en clase? En Baena, los padres de un alumno han denunciado al instituto donde estudia su hijo porque, en el día contra la violencia machista, un profesor proyectó el famoso vídeo de Ana Orantes. ¿Es esto de recibo? Los escritores frecuentamos los coles para hablar con los alumnos, ¿cuándo vetarán la entrada de nuestras cabezas a pájaros? El estado de opinión, que es en el que generalmente nos movemos, no es el estado del conocimiento, que ha de estar en manos de autoridades en la materia. Como confiamos en la cirujana pediátrica debiéramos confiar en el pedagogo. Que, por cierto, uno sólo hubo -decía nuestro maestro apócrifo Juan de Mairena en sus momentos de mal humor-, y se llamaba Herodes.

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