Portus Gaditanus

La ciudad de la historiaJoyas arqueológicas de nuestro entorno (II)

CRT

EN los años ochenta y en los primeros años del nuevo siglo los profesores Genaro Chic y Jesús Montero Vítores dedicaban sendos trabajos a esta antigua urbe romana en nuestro suelo. El primero de ellos publicado en la revista Gades, el segundo en nuestra Revista de Historia de Jerez.

Pocas son las noticias que disponemos referentes a este enclave. Estrabón al hablar de la población de Cádiz nos dice que "son pocos en comparación los que viven en ella y en el puerto, que les estableció Balbo en la tierra firme frontera", y Pomponio Mela sitúa el emplazamiento en la Bahía de Cádiz. Dato que podríamos precisar con el texto de Plinio. Los datos aportados por los Itinerarios también indican la situación del Portus Gaditanus en relación con la red viaria.

La actuación de Balbo el Joven se sitúa a finales de la República. Había pasado ya siglo y medio desde que los gaditanos firmaron un foedus con Roma que garantizaba su autonomía y ponía las bases de su prosperidad. Más tarde, se establece una colonia de derecho latino en un punto clave para las relaciones con África y con el restante mundo libiofenicio: Carteia (171 a.C.). Gadir, mientras tanto, mantiene buenas relaciones comerciales a la vez con ese mundo africano, que le era tan familiar, y con Roma, que se va interesando paulatinamente en los negocios atlánticos.

No obstante, y pese al dilatado contacto con Roma, Gadir mantuvo su carácter semita. César, tras su victoria, impone la nueva organización política, social y económica. En la transformación de las estructuras políticas y sociales César y, luego, Augusto contaron con elementos muy valiosos de entre los hispanos, y en particular con los Balbo gaditanos. Nadie duda que hay que ligar el nombre de L. Cornelio Balbo, el rico e íntimo colaborador de César, recién llegado a la ciudadanía, a los profundos cambios que experimentó Cádiz en esta época y que determinaron, entre otras cosas, su paso de ciudad libre a municipio romano.

Todo esto explica, en buena parte, la gran expansión económica experimentada por Cádiz durante la dinastía Julio-Claudia. Se reflejó en la demografía y quizá ello determinó a Balbo el Joven (durante su desempeño del cuatorvirato en su ciudad, en el 44-43 a. C.) a construir un barrio o ciudad nueva, seguramente sobre patrones helenístico-romanos. Estas construcciones respondieron también a la nueva imagen que se pretendía dar de la "nueva" ciudad, convertida ahora en municipium civium romanorum; sería, pues, un símbolo propagandístico de los nuevos tiempos, frente a los viejos representados por la antigua ciudad semita.

Pero estos "nuevos tiempos" romanos habrían de implicar profundos cambios en la sociedad gaditana. La aristocracia comercial de Cádiz se iba a tener que adaptar a la mentalidad de la aristocracia terrateniente que regía el Imperio y que despreciaba las actividades comerciales. Por ello, para poder mantener el status de la nobilitas romana, estos nuevos caballeros y senadores habrían de dirigir progresivamente sus inversiones hacia la adquisición de tierras de labor; y como éstas no existían en el archipiélago gaditano, habría que buscarlas en la tierra firme de enfrente, o sea, en la isla de Cartare. Esto implica la necesidad de adaptar un puerto, bien situado en relación a Cádiz y a las principales rutas de navegación, donde se pudiesen embarcar los productos: el puerto establecido por Balbo.

Ya hemos dicho a menudo que la costa gaditana no ofrecía hace 2000 años el aspecto de hoy. Por lo demás debemos recordar, que Estrabón deja bien claro con sus datos que considera una isla la zona comprendida entre el Guadalquivir y el Guadalete, con un perfil costero de unos 100 estadios y conteniendo a la Turris Caepionis y al oráculo de Menesteo. Esta isla, situada entre la bocas del Golfo Tartesio, en el cual se halla Cádiz, se encuentra rodeada por los brazos del Guadalquivir, que al desembocar el lago Ligustino a través de la campiña lleva sus aguas a todos los puntos de la Isla, saliendo al mar no por un cauce único, sino triple hacia el Este y doble hacia el Sur. Las dos bocas del Golfo Tartéssico son las actuales desembocaduras del Guadalquivir y del Guadalete. En este caso, en la posible unión del antiguo estero del Guadalquivir que se denominó marisma de Asta y el estuario del Guadalete, nos movemos en el terreno de las hipótesis. Genaro Chic apuntaba la posibilidad de que este contacto se hubiera podido producir por el Sur de Jerez, siguiendo las cañadas de la Loba y del Amarguillo, donde las cotas son más bajas. Han aparecido un buen número de alfares destinados a la fabricación de ánforas en las proximidades de Jerez, y puesto que el ánfora, por sus características, sólo se fabricaba en las inmediaciones de una vía navegable, adonde eran llevados en pellejos los productos que se envasaban, es evidente que las inmediaciones de Jerez fueron de algún modo navegables.

Por la evolución progresiva de los aterramientos hay que distinguir entre Portus Gaditanus y Ad Portum: este último enclave aparece en las ánforas aceiteras como una estación aduanera con entidad propia, que recibiría tal nombre, posiblemente, por encontrarse en un punto de la Vía Augusta a partir del cual se daba la desviación o ramal viario que llevaba ad Portum Gaditanum. Del tramo de vía comprendido entre Ad Portum y Asta nos ha quedado un miliario del año 57 d. C. También Estrabón nos indica que los gaditanos recorrían poco más de 100 estadios para llegar desde allí a Asta.

El análisis de los itinerarios, especialmente de la Geografía de Ptolomeo, y los restos arqueológicos que están saliendo a la luz, nos llevan a conclusiones toponímicas, que situarían estos enclaves en Puerto Real (con un gran número de alfares desenterrados), El Puerto de Santa María (como señaló el mencionado Genaro Chic), o Mesas de Bolaños, en el término de Jerez (donde es emplazado por Jesús Montero Vítores), una amplia zona, por tanto, hacia la que las prospecciones arqueológicas deben orientase en un futuro esperemos que próximo.

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