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Tierra de nadie

Alberto Núñez Seoane

Recurriendo a lo sardónico

Hay tres formas de recibir la noticia. Una, sería la indignación, profunda y sostenida; otra, podría ser el “choteo” generalizado, y también mantenido; pudiese ser, la tercera, una mezcla, sucesiva y sin transición, de las dos anteriores. Por salud mental, y gástrica, me voy a suscribir a esta última. Por cierto, la noticia es el destino de un millón doscientos mil euros, de las arcas públicas, para comprar unos dispositivos móviles a las 249 “señorías”, así dicen que hay que llamarles, que sientan sus posaderas en los escaños del Congreso de los diputados.

Para asumir la “tercera opción”, que este país, libre y soberano, aún me permite poder elegir, me es necesario recurrir a una herramienta con la que poder hacerlo: conjugar la rabiosa irritación con el puro cachondeo parece misión incompatible, si no irrealizable. Pero si recurrimos a lo sardónico, la posibilidad de llevarlo a cabo se torna cierta.

Hay, en el planeta que nos asila, dos tipos de gobiernos: las “democracias populares”, que no son ni una cosa ni la otra; y las “democracias”, a secas, que lo son, en mayor o menos medida, según y como la cultura de sus ciudadanos consienta el libertinaje de sus gobernantes.

En la primeras, los que imponen su voluntad al resto, tienen tal conexión con el pueblo por el que luchan, que no necesitan ni siquiera elecciones para conocer su voluntad: la perciben por telepatía, así que no preguntan, ¿pa qué?

En el segundo de los casos, nueve de cada diez representantes de esa voluntad popular, tienen por objetivo incrementar su patrimonio, asegurar su futuro, elevar su influencia y dar, sólo un poco, de morcilla de Burgos, por salva sea la parte -que cada uno elija-, al peregrino. Luego, desde su privilegiada situación, dada su vocación de servir, ya se encargarán de mejorar las condiciones de vida de sus votantes, pero eso…. ¡mejor mañana! El resto, el uno que queda tras quitar los nueve de los diez totales, es un honesto servidor público que ama su profesión y respeta al ciudadano, pero estos no cuentan, ¿pa qué?

Dentro de este último caso, en el que nos encontramos, la situación económica del país del que se trate, es el escenario que condiciona los parámetros de bienestar de las gentes que allí viven. Están, por una parte los que disfrutan de un desarrollo sostenido, cuentas públicas saneadas, impuestos comedidos, ajustados y razonables; una clase política reducida, profesional y comprometida; déficit público irrelevante; servicios y suministros básicos asequibles para todos: pensiones aseguradas; salud pública garantizada; Justicia ágil e independiente; educación de calidad, eficiente, libre y sin adoctrinamiento; paro -no trabajo- sólo temporal, no significativo y siempre por debajo del 3% de la población activa, etc. Estas sociedades, a las que, sin ponernos coloraos, podríamos calificar de civilizadas, liberales, educadas, progresistas y solidarias, no se permiten, creo que por vergüenza torera, gastar 1.200.000 euros en teléfonos móviles para los representantes de su soberanía. Luego, están los que no avanzan, al menos no hacia delante; soportan un déficit público desbocado, continuamente al alza; sus impuestos son confiscatorios; las cuentas públicas en “concurso de acreedores” -así se decía antes-; “cargos” políticos, cargas para el erario público, en número tres veces superior al suficiente, sin suficientes -valga la reiteración- profesionales cualificados, técnicos de valía ni mentes capaces; suministros básicos inasumibles: cesta de la compra, luz, agua, gas, telefonía, gasolina, diésel…; pensiones en bancarrota; salud pública insuficiente; Justicia, lenta no, interminable, y politizada también; educación … incalificable…; paro, real: insostenible, irrespetuoso e inhumano. Estos si pueden permitirse gastar 1.200.000 euros en teléfonos móviles para sus “señorías”.

Habían pensado, éstos últimos, destinar esta suma a alguna de las entidades que si ayudan y socorren a las personas que lo necesitan, pero pensaron mejor… y pensaron que, en realidad, no era necesario, dada la holgada situación económica de todas ellas. Algún ejemplo: “Proyecto Hombre”, podrían construir un nuevo centro de acogida, pero tienen tantos que hay cientos de plazas disponibles. “Comedor del Salvador”, darían de comer a mil personas durante un año, con ese dinero, pero nadan en la abundancia; de hecho van a contratar a un chef que se le cruzaron los cables y se quedó en paro: quería cobrar 365 euros por un caracol, un alcaparrón y una tagarnina… “Médicos sin fronteras”, vacunarían a más de un millón de niños, más de 250.0000 morirían sin esas vacunas, pero no les hace falta, tienen “sobredosis” de vacunas de sobra. “Hermanas de La Cruz”, podrían atender a más de 5.000 personas en necesidad extrema, pero en realidad no saben qué hacer con tanto dinero como tienen, de hecho nos han dicho que mejor los compremos, es mucho más acuciante. Y, por fin, otra buena razón, es que hay una imperiosa necesidad de aligerar las arcas públicas, están sobrecargadas de efectivo; así que lo hacemos por contribuir a la causa: ¡de nada!

No, nada más, sólo decirles, a las “señorías” que están buscando en su flamante “móvil” lo de “sardónico”, que no, no tiene que ver con las sardinas.

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