Manuel Carlos Ordás

Historiador

Roeles y besantes en la heráldica jerezana conservada

Armas Trujillo y Gaitán, San Dionisio.

Armas Trujillo y Gaitán, San Dionisio.

Armas Salazar y alianzas, Caballeros, 14. Armas Salazar y alianzas, Caballeros, 14.

Armas Salazar y alianzas, Caballeros, 14.

Roel (o tortillo) y besante (o bezante)[1] son las denominaciones usadas en la heráldica para designar las pequeñas piezas de forma circular que aparecen en diferentes escudos de armas. Roel o tortillo se reserva para la que lleva esmalte de color (azur, sinople, gules, sable o púrpura), y bezante o besante si lo lleva de metal (oro o plata).

Su aparición en las armerías peninsulares es muy temprana. Faustino Menéndez Pidal afirma que su origen deriva, con bastante probabilidad, de las decoraciones preheráldicas de los escudos, como parece inferirse de algunas imágenes contenidas en el Liber Testamentorum Ecclesiae Ovetensis (circa. 1118).[2] Algunos de los linajes más antiguos y notables del Medievo español nos muestran roeles o besantes en sus armas. En Castilla, los poderosos Castro, quienes dieron una reina a Castilla y otra a Portugal se armaban con roeles (seis o trece, según las épocas) azules en un campo de plata; también los ricos hombres de Villamayor, de quien dicen descender los de Sarmiento, se armaban con campo de gules y trece bezantes de oro; en Aragón, los del linaje de Alagón, segunda entre las ocho grandes Casas de la Alta Nobleza de Aragón, portaban un campo de plata y seis roeles de sable; y en Cataluña, los viejísimos Moncada se armaron con un campo de gules y ocho besantes de oro, como vemos en el sello de la reina Elisenda de Moncada, del año 1357, sin esmaltes, y en su bellísimo sepulcro del Monasterio de Pedralbes, aquí sí coloreados, pero mostrando solamente cuatro bezantes, por estar sus armas dimidiadas con las de su esposo el monarca Jaime II de Aragón.

La ciudad de Jerez de la Frontera conserva armerías donde aparecen roeles, y también otras que muestran besantes. Aunque no pertenecientes a linajes del fuste antes mencionado, sí diremos que son armas de familias que tuvieron un peso considerable en el Jerez medieval, renacentista, barroco y alguna de ellas hasta durante un período de tiempo más dilatado, como es el caso de los Dávila, de los que luego trataremos.

Si atendemos a su antigüedad en la ciudad, preciso es que comencemos por el linaje de Trujillo, el más antiguo de la nómina. En la iglesia de San Dionisio se encuentra un escudo[3]  que presenta un partido en cuyo segundo cuartel o división tenemos un campo de azur y trece veneras de oro, armas de Gaitán; y en el primero  trece roeles de azur en un campo que aparece de sable,[4] más una bordura de gules con ocho aspas de oro, emblema de Trujillo; lleva de ornamento paraheráldico un águila, como soporte, con cabeza coronada, y todo apoyado en una cartela barroca del estilo usado a fines del siglo XVIII.   

Los caballeros Trujillo arriban a Jerez con las huestes de Alfonso X “el Sabio”, y en el repartimiento que se hizo tras la reconquista de la ciudad aparecen heredados varios así apellidados, entre ellos «don Gil de Trogiello, caballero çipdadano, e a donna María, su mujer».[5] Sánchez Saus nos dirá que ya mediado el siglo XIV figuran entre las principales familias de la ciudad, algo bien atestiguado por sus entronques: Orbaneja, Zurita, Villavicencio, Riquelme…6 A comienzos del siglo XVI enlazan con los Gaitán, lo que hará que muchos descendientes lleven unidos los dos apellidos durante generaciones.

No son los Rendón de pareja veteranía en la ciudad, pero sí muy antiguos. Corre la leyenda, desde lo remoto aceptada, que apellido y armas son dados a un caballero del linaje de Sarmiento en la toma de Tarifa, a Garci Pérez de Burgos, por Sancho IV. Sus armas: escudo tronchado por una banda, de oro, engolada en dragantes de lo mismo,  primer cuartel de sinople, segundo de gules; la bordura, de gules, con trece bezantes de oro llevada por su alcuña de Sarmiento. Se hallan en un capitel del patio de la casa nº 3 de la calle Visitación; en la Biblioteca catedralicia, en el retrato armoriado del Arzobispo de Granada Blas Joaquín Alvarez de Palma, en su primer cuartel; y en San Mateo, en el Altar de San Esteban, coloreadas, mas errados sus esmaltes, pues vemos banda y roeles, de sable. Si como la leyenda afirma, las armas fueron dadas por Sancho IV, en el año de 1291, no se explica la banda engolada, pues ya Faustino Menéndez Pidal demostró que nació en tiempos de Alfonso XI.7 No creemos que el detalle invalide el relato, sino que podemos suponer que la banda fue posteriormente enriquecida con dragantes en sus extremos.

La familia Dávila fue de las más poderosas de Jerez desde fines del Medievo. Su escudo más antiguo conservado es el de la casa que levantó Diego Núñez Dávila en torno a 1590. Un árbol, acostado de dos águilas es el emblema heráldico que ahí vemos y no veremos otro igual en Jerez. Todos los demás se verán acrecentados con trece roeles, puestos a veces en bordura, y otras acompañando a las águilas, seis y seis, y el decimotercero en la terraza. ¿A qué es debido el acrecentamiento con los roeles?

Escudo Dávila, plaza de Benavente Alto. Escudo Dávila, plaza de Benavente Alto.

Escudo Dávila, plaza de Benavente Alto.

En la Ejecutoria de Hidalguía de Fernando de Padilla Dávila (año 1588), hijo de Bartolomé Dávila y de Leonor Méndez de Sotomayor, y nieto paterno de García Dávila “el de la Jura” y de Leonor de Padilla, afirman los testigos que las armas Dávila puestas en su casa eran «dos águilas y un pino en medio», y nada dicen de roeles; pero en el dibujo que vemos en el documento ya aparecen los trece roeles. Cierto que los testigos aseveran ser el mismo  linaje Dávila que los de Avila, el de los descendientes de Esteban Domingo y que usaba  trece roeles de azur en campo de oro. Pero los Dávila llamados de los trece roeles ya eran Señores de Villafranca en el año 1253, antes de ser reconquistada Jerez, y bastante antes de que los jerezanos Dávila aparecieran en la Historia, y, además, jamás los abulenses usaron pinos y águilas en sus emblemas heráldicos, como se comprueba viendo sus armerías en la ciudad castellana. No le queda otra opción al estudioso de estas materias que pensar en este acrecentamiento de los trece roeles como una forma usada por los Dávila jerezanos para intentar asimilarse a los mucho más antiguos y poderosos caballeros castellanos. Adviértase que no quiere decirse con ello que haya asomo de engaño en el hecho, pues es muy posible que los caballeros jerezanos Dávila estuviesen convencidos de ser descendientes de sus homónimos abulenses.

Otros roeles hay en Jerez que sí son verdaderamente los roeles abulenses de los que venimos hablando: los trece que se encuentran en el escudo de la calle Caballeros, nº 20, con los roeles en su campo y ocho sotueres en bordura. Fue casa del Marqués de Vargas Machuca,  con sangre de los Velázquez de Cuéllar, cuyas armerías vemos.

El linaje arranca de Pero González Dávila, segundón de los señores de Villafranca, quien al servicio del infante don Juan Manuel, el gran escritor e intrigante político, se estableció en Cuéllar, donde afincó su descendencia. En varios sitios de la población se ven sus armas, destacando las que se conservan en el llamado palacio del rey Pedro (en su fachada y en un artesonado del siglo XIV, en el interior), donde el monarca casó con Juana de Castro, mansión a la sazón de esta familia.

El expediente del santiaguista Antonio de Basurto y Velázquez de Cuéllar (exp. 906, año 1779), sito en el A.H.N., de 158 folios, es decir, 316 páginas, nos da muchos datos de interés. Así, nos dice que “los Velázquez de Cuéllar han vivido desde antiguo en esta collación de San Miguel, en la calle de Caballeros”. El abuelo materno don García Fernando Velázquez de Cuéllar y Bravo de Laguna sabemos se casa en San Miguel el año de 1646, siendo hijo de Juan Velázquez de Cuéllar, también vecino de dicha casa y feligrés de la misma parroquia. Esta genealogía se enriquece con el también expediente santiaguista de José Francisco de Perea Vargas (exp. 6339, año 1742), que nos aporta que Juan Velázquez de Cuéllar es hijo de Fernando Velázquez de Cuéllar, bautizado en 1580, en San Miguel, y nieto de otro Fernando  Velázquez de Cuéllar, también feligrés de San Miguel. Así pues, tenemos a los Velázquez de Cuéllar viviendo en esta casa de la calle Caballeros desde el siglo XVI. Casa de la que su patio, según afirma  Manuel Romero Bejarano, 8 podría ser de las primeras décadas del siglo XVI.

¿Y el escudo? El expediente del año 1779 nos habla de él, advirtiéndosenos está “coronado de marqués”. Su tipo puede datarse de 1710 a 1730. Ello descarta que la corona sea debida al marquesado de Vargas Machuca, pues la concesión de este título es de 1782.

En la calle de Caballeros, en su número 14, se halla un escudo de mediados del siglo XVIII 9, con buena labra, cuyo cuarto cuartel presenta cinco ¿leones? y ocho roeles o besantes en bordura. Ignoramos a qué linaje pertenece este emblema heráldico que acompaña a los de Salazar (escusón), Hierro (primer cuartel), Miranda (segundo cuartel) y un tercero que luce una torre con cerca a su alrededor, y bordura cargada con trece estrellas, quizás armas de López, apellido de la abuela paterna de quien nos dejó la pieza armera, doña María López.       

(1) Nombre dado a  una antigua moneda bizantina.

(2) Faustino Menéndez Pidal, Leones y castillos, Madrid, Real Academia de la Historia, 1999, p. 314.

(3) Debo dar las gracias a don Javier Jiménez López de Eguileta y a don Fernando López Vargas-Machuca por las fotos que me enviaron.

(4) Antaño debió de ser de plata, se oxidó con el tiempo y adquirió su actual aspecto. Conviene notar que en Arcos se conservan armerías de Trujillo, a veces presentando trece roeles, y a veces diez.

(5) Manuel González Jiménez y Antonio González Gómez, El Libro del Repartimiento de Jerez de la Frontera. Estudio y Edición, Cádiz, Instituto de Estudios Gaditanos, 1990, p. 17, partida 96.

(6)  Rafael Sánchez Saus, Linajes medievales de Jerez de la Frontera, Estudios históricos, 2 vol., vol. I, Sevilla, Ediciones Guadalquivir, 1996, pp. 179-183.

(7) Faustino Menéndez Pidal, La Heráldica medieval de León y Castilla, Madrid, Ediciones Hidalguía, 1982, p. 191.

(8) Romero, M., (Noviembre, 30 de noviembre), "Fernando Alvarez y el castillo de Bornos (y II)”, Diario de Jerez. Desde aquí doy las gracias a don José Manuel Moreno Arana, quien me notificó la existencia del artículo.

(9) Doña Fátima Ruiz de Lassaleta, descendiente directa de don Tomás de Salazar y del Hierro, el caballero que nos dejó sus armerías, afirma que la casa se levantó en 1746.

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