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la columna

Bernardo Palomo /

Sufrientes conductores y conducidos

Llevo unas semanas que me veo obligado a empujar una silla de ruedas. Algo que, desgraciadamente, son muchos los ciudadanos que tienen que realizar diariamente. Es el mejor de los casos, pues el forzado portador podrá aviárselas como pueda para sortear la increíble cantidad de obstáculos que existen, cosa infinitamente más difícil - por no decir imposible - si son los propios impedidos los que tienen que conducir tan drástico y forzoso medio de transporte. De esto nada es nuevo, se viene escribiendo, hablando y denunciando desde hace tiempo y de manera contundente. El resultado es muy pobre; si bien ha mejorado, deja, aún, mucho que desear. Colegios que tienen escalones altos en sus puertas, edificios públicos con acceso imposible; bloques de pisos con escalinatas en las entradas y con la sempiterna imposibilidad de las comunidades de vecinos en ponerse de acuerdo, por no gastar dinero, para poner rampas; laxitud absoluta de las instituciones municipales en hacer cumplir las leyes - ellas son las primeras que hacen caso omiso a los dictámenes de las legislaciones vigentes -; adoquinados que son auténticos tormentos para conducidos y conductores; aceras que se estrechan hasta límites insospechados, sin razón alguna de ser, y con todo tipo de impedimentos - arriates, bolardos, contenedores, hasta muebles viejos… y lo más sangrante, coches aparcados impunemente en lo alto de las misma, con los morros metidos hasta la mitad de ellas u ocupando las pocas rampas existentes-. A veces, también, se observa cómo lo construido para favorecer la disminuida movilidad, roza el surrealismo, viéndose rampas realizadas como si de una estribación del Alpe d'Huez se tratara, empinadas cuestas que harían sudar al mismísimo Induráin. La otra tarde conduje un carrito desde Pío XII a la Plaza del Caballo y me vi obligado a hacer casi el mismo recorrido que la Hermandad del Soberano Poder desde su parroquia de La Granja. Me acordé de los delegados de urbanismo desde la Desamortización de Mendizábal para acá.

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