Crónica levantisca

juan Manuel / marqués Perales

Tetrarquía

ESTA es la campaña de la televisión, Pedro Sánchez comenzó llamando a Jorge Javier Vázquez por el toro de la Vega y ha terminado, de momento, jugando con Bertín Osborne al ping-pong después de tragarse un zumo de kiwi y piña con una melva sobre tomate. En mi casa o en la tuya. Mariano Rajoy, que es menos soso que el socialista Sánchez aunque lo disimule -vaya par de simplones-, no toca la guitarra como Pablo Iglesias ni va de Fitipaldi como Albert Rivera, pero se fue con su hijo a la casa de la Cope a radiar partidos. Rajoy se ha resistido hasta ahora a entrar en la rueda de los platós, sus colaboradores querían llevarle a televisión, pero él se negaba porque creía que el medio era coto de monjas jartibles, jueces majaretas y muchos gritones. No va a tocar la gaita, pero también visitará la casa de Bertín. Por cierto, el jerezano triunfa con sus entrevistas de mesa camilla, pero da para lo que da, cuando se marcha a las radios y concede entrevistas nos recuerda que no es precisamente un discípulo de Montesquieu, sino más bien un Paco Martínez Soria mejorado por la genética del Marco de Jerez. En tu casa o en la suya, los líderes políticos han cambiado el programa electoral por un Usted qué sabe hacer, y bailan, cantan, corren, escalan y montan en globo.

En casa de Jorge Fernández Díaz se renovó ayer el pacto contra los yihadistas, en una reducida salita cercana al despacho donde el ministro del Interior recibió a Rodrigo Rato. Muy mala realización y peor sonido, pero ahí estaban todos, conversando alrededor de una mesa, en vivo y en directo. Alberto Garzón es el único que no ha suscrito el acuerdo, porque el representante de Podemos, Rafael Mayoral, asistió aunque no firmó: Íñigo Errejón está consiguiendo centrar a su partido, le ha colocado el bozal a la asamblea callejera y lo lleva por la senda de las instituciones para ganarse la hegemonía de la izquierda.

Faltó Convergencia. El otrora partido de Estado se ha convertido en un apestado, a Artur Mas no le llama nadie. A lo mejor es que no le encuentran, se ha trasmutado en un reptil que va arrastrándose por los suelos y se camufla a conveniencia. Con tal de salvar su investidura, ha aceptado disolver su presidencia entre tres copresidentes: Raül Romeva, Oriol Junqueras y Neus Munté, una tetrarquía que, como mucho, da para cuarteto gaditano. Muchos sabíamos que no iba a ser necesario mandar a los civiles a patrullar por la Rambla, pero no esperábamos que la secesión se ahogase en su ridículo.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios