Leonor De La Calle

Uvas y pies

A RIENDA SUELTA

13 de septiembre 2016 - 01:00

H ACE unos días unos amigos holandeses me contaron con ilusión que habían hecho su propia 'pisa de la uva'. Era parte de una actividad organizada por una bodega en la que te encargas de exprimir dicha fruta y, además, dentro de unos meses, puedes volver para degustar el vino obtenido de dicha pisa. Explicaban lo vivido con gran emoción y definían el tacto de los pies con las uvas como una 'sensación extraña pero inigualable'. Todo aquello me hizo pensar, pues, al contar la historia,daban por hecho que yo, al ser jerezana, también habría experimentado esa sensación y comprendería aquello que tanto les había impresionado. Pero no, jamás he pisado uvas a la antigua usanza, ni participado en una vendimia o, ni siquiera, paseado entre viñedos. No es la primera vez que me doy cuenta de que son precisamente las personas de fuera las que están realmente dispuestas a empaparse de los encantos de la ciudad. Es precisamente ese interés y el valor que le dan lo que hace que las ciudades conserven su esencia y su atractivo.

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