AUNQUE abundan los precedentes, soy de la opinión de que quien nace chino sólo debe jugar con China. Así es como se manifestó Figo cuando brasileños como Deco y Pepe fueron convocados para defender la casaca portuguesa y así creo que debiera ser. Y lo dice quien acogió con alborozo que Alfredo di Stéfano accediese a jugar con España tras obtener su segunda nacionalidad después de la argentina, la de verdad.

Está en el candelero esta cuestión y hoy podremos darla por zanjada en el caso de que Vicente del Bosque dé en su lista a Diego Costa. Si es así y el formidable delantero del Atleti juega un solo minuto ante Georgia o Bielorrusia, la verde amarelha no tendrá opciones para beneficiarse de sus cualidades. ¿Y esto debe ser así? Tengo mis dudas por muy legal que sea todo dado que el futbolista eligió ser también español y, al parecer, no le hace ascos a defender a España.

España, junto a Italia, es el país que más futbolistas nacionalizados utilizó. Cuando los transalpinos utilizaban a Sívori, Maschio o Altafini, ya aquí nos beneficiábamos de Kubala, que fue el primero en vestir de rojo sin haber nacido español. Luego llegaron Rial, Di Stéfano, Santamaría, Heriberto Herrera, Puskas, Eulogio Martínez... Más cercanos, Engonga, Catanha, Pizzi, Pernía, Senna... Una gran cantidad de nacionalizados, pero nunca me terminó esto de convencer.

Y hubo casos en que se utilizaba al nacionalizado más por no tenerlo de enemigo que por sus cualidades y ahí tenemos el caso de Catanha como ejemplo. Lo de ahora con Diego Costa tiene también de ambas motivaciones, pues pensar en dicha fiera como el ariete del anfitrión en el próximo Mundial da bastante aprensión. Ya ha dicho Del Bosque que si lo llama será con el compromiso de utilizarlo en Brasil 2014 y comprometerse a eso puede quitarle credibilidad. No sé, no sé...