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Tribuna

Bernardo Palomo

Critico de Arte de Diario de Jerez

Manolo Cuervo en estado puro

NI rompedor ni vanguardista ni pamplinas... un muy buen cartel. Cuando se anunció que Manolo Cuervo se iba a encargar de la creación del mismo muchos supimos que iba a ser una obra diferente a esa que tantos puristas de la Semana Santa desean. Me alegré infinitamente de la elección y, al mismo tiempo, me preocupé por la escasa repercusión que iba a tener entre los recalcitrantes de lo que llaman la tradición y que, además levantaría ampollas por esa memez de querer compararlo todo con Sevilla. Una pena. El cartel de la Semana Santa es, a mi humilde entender, un espléndido cartel. Desde ahí, se puede comenzar una dialéctica que sólo va a conducir a una realidad aplastante, la de ser una obra de arte que anuncia, de verdad, una efemérides muy importante de la ciudad de Jerez. Sí, de Jerez. No como ha ocurrido en otros tantos a los que se les ha hecho el encargo que, a fuerza de querer, no han podido porque ni sabían ni podían. La Yedra, en todo su esplendor. Sí, la imagen de la Esperanza de la Yedra. ¿Alguien lo pone en duda? Envolviéndola, una sinfonía colorista que potencia la imagen y crea un halo de bello enigma. Colores apastelados que dan contundencia a la imagen central, pinceladas expresionistas que chorrean color, mucho color y que aparecen acertadamente dejados caer - los chorreones - para que acentúen y dinamicen ese escenario poblado por la delicada y sutil mirada hacia la izquierda de la Virgen. Pero no queda ahí la cosa, el artista juega con la evocación, con esa brisa marinera que es esencia de la hermandad que preside la imagen. Lo hace con unas líneas blancas que dan movimiento a toda la escena. Todo, en definitiva, está planteado en su justa medida. Es una obra que homenajea a la estética pop. ¡Ojo! Los que crean que estamos ante una obra de avanzadilla, de ruptura, de nuevos horizontes deben saber que el pop es un movimiento de la mitad de los años cincuenta del siglo pasado. Nada de nuevas circunstancias artísticas. Un neo pop, en toda su dimensión. Un Manolo Cuervo en estado puro.

El problema del cartel y esa va a ser mi única pega, es que se trata de una obra demasiado esperada, consabida. Es el lenguaje para este tipo de realizaciones de Manolo Cuervo. ¿Qué se esperaba? Ahí tenemos el de la Conmemoración de la Hiniesta - para mí extraordinario - o los que hace para la Hermandad de la Macarena. El de Jerez, iba a ser, en la misma línea. Estaba claro. Pero, me temo que muchos de los que, ahora, se rasgan las vestiduras con éste, esos otros que pintó, para Sevilla, les parecieron excelentes. Veleidades de la Semana Santa que sólo interesan a los que interesa. A este que esto les escribe, no.

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