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HABLANDO EN EL DESIERTO

Francisco Bejarano

El centro del mundo

La ingenuidad política de la progresía española, estancada en las esperanzas revolucionarias del fin del franquismo, tiene aún la expectativa de que de las elecciones norteamericanas salga una revolución. La democracia siempre es imperfecta porque la humanidad lo es. Sirve para regular abusos y dar buenas leyes que resuelvan los conflictos particulares, no para hacer hombres iguales como si fueran de terracota. Deja a la iniciativa de cada uno, según su inteligencia y habilidad, el desarrollo de sus talentos sin inmiscuirse demasiado. No da altos cargos a tontos reconocidos, como en Europa ocurre a veces, y, en Estados Unidos por lo menos, el Poder está muy controlado por ser el país más poderoso del mundo. Tiene una costumbre que ya se practicaba en la antigüedad clásica: cuando un presidente se sale de lo que la nación y sus grupos influyentes desean, no se adelantan elecciones: lo destituyen o lo matan.

También los ciudadanos están muy controlados y los que se salen notablemente de los grandes valores norteamericanos, aceptados por la inmensa mayoría, pasan a ser ciudadanos a los que se les trata como si no existieran. En cambio, nunca, como he dicho, se han adelantado elecciones, ni ha habido golpes de Estado ni se han establecido dictaduras. Tuvo su guerra civil, como todas las naciones modernas para alcanzar la madurez, y la meritocracia es punto menos que sagrada: de las consideradas diez mejores universidades del mundo ocho son norteamericanas. Las actividades científicas y culturales son privadas, no hay otro país con más número de premios Nobel. Los patronos y mecenas que pagan las investigaciones, la ópera, los museos o las orquestas sinfónicas no le dan el dinero a cualquiera. Luego está el pueblo, muy contento de su nación y que respeta la celebre consigna: "Con los tuyos, aunque no tengan razón."

Las democracias son todas mejorables, pero si hay una que sirva de modelo a los países del mundo con dictaduras, populismos y democracias nominales es la norteamericana. Gane quien gane las elecciones no van a cambiar muchas cosas. Los marines seguirán en territorios extranjeros y no van a consentir, sin hacer nada, que le estrellen aviones en los rascacielos. Defenderán sus libertades y sus instituciones y, en particular, defenderán una manera de vivir que se han dado a sí mismos. El enfermizo antinorteamericanismo español no va a cambiar substancialmente tampoco, porque no se trata del resultado de una reflexión o de un análisis de las ideas, sino de un sentimiento visceral, en el que la ignorancia y la envidia tienen su parte. Las personas que conozco que han vivido en Estados Unidos vuelven convencidos de la bondad de su sistema, a pesar de lo que no les gusta. ¿Qué otro país -quizá Francia- ofrece ejemplo mejor de democracia estable y de respeto por las libertades personales?

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