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Miguel Ángel Montero

Coronavirus y católicos

QUIERO dar una lluvia de ideas a título estrictamente personal que, como sacerdote, me surgen sobre el coronavirus y la vida práctica de fe del día a día de los Católicos.

En primer lugar está claro que la conexión más peligrosa de contagio del virus está relacionada con el contacto de las manos y la boca. Dicho esto, y sabiendo que se puede comulgar recibiendo al Señor en la mano junto con la formula de recibirla en la boca, rogaría por prudencia para los fieles, y por gesto de caridad hacia los que distribuimos la comunión, que todos los que comulguen lo hagan recibiendo al Señor en la mano y comulgando delante del sacerdote sin llevarse la Sagrada Forma, como nos dice San Cirilo de Jerusalén: “Cuando te acerques, no lo hagas con las manos extendidas o los dedos separados, sino haz de tu mano izquierda un trono para la derecha, que ha de recibir al Rey…”. Nuestras manos se convierten en ese momento en un Trono, en un Pesebre, para muchos en una Cruz, y para otros las manos vacías o enfermas que tienen la necesidad de tocar al Señor con la fe de obtener curación y salvación .

Los cristianos de todas las épocas eran admirados por ser buenos y honrados ciudadanos, siempre cumplidores generosos de los deberes y llenando las ciudades de la alegría del amor de Dios. Ahora nos toca ser buenos cristianos, siendo buenos ciudadanos, siendo generosos con los que mas necesitados puedan estar en estos momentos, colaborando con las indicaciones que las autoridades nos dan para preservar y cuidar el maravilloso don de la vida que Dios nos ha regalado. Por tanto tenemos el deber de quedarnos en casa el mayor tiempo posible. No son estas semanas tiempos de vacaciones para salir de copas y tapitas, y especialmente pienso en los jóvenes, en concreto en todos aquellos que han venido de zonas de riesgo, y que tienen mayor responsabilidad de cuidado y reserva.

Aunque las Iglesias seguirán abiertas y las Misas se celebrarán por el momento, el Sr. Obispo ha dispensado a todos los fieles del precepto de ir a Misa los domingos y el día de San José hasta nuevas disposiciones para que puedan cumplirse las medidas sanitarias y pueden seguirse las celebraciones religiosas por youtube, Internet, radio y televisión. En caso en que, a pesar de todo, se decida asistir a Misa, y cumpliendo las disposiciones que durante el Estado de Alarma se indiquen sobre la asistencia a los lugares de culto, los sacerdotes debemos evitar aglomeraciones, respetar las distancias y, es mi opinión particular, habría que hacer celebraciones dignas y sin extenderse en el tiempo. Los sacerdotes, como siempre, estaremos disponibles en la medida de nuestras posibilidades para atender a las urgencias de las personas que lo necesiten.

Los Católicos tienen que ejercitar la “valentía de fe” de salir a la calle para los momentos en que se ataque a la libertad de la Iglesia, cuando quieran acorralar a los colegios concertados católicos, cuando se toquen los temas morales como la eutanasia o el aborto…. Ahí es donde necesitamos los “mártires de la fe” que salgan de sus casas a las puertas de los ministerios o saliendo a votar adecuadamente.

Ante la idea de que el ser humano lo sabe todo, lo controla todo y es el centro de todo, el coronavirus viene a demostrarnos que no somos el centro del mundo ni dueños de la creación. Esta situación y el estado de alarma recogido en nuestra Constitución va a ser una ocasión para darnos cuenta de que lo importante y lo que nos hace fuertes es la unidad de España y la solidaridad de todos los españoles sin que importe ser catalán, andaluz, o vasco. Este virus y la recomendación de quedarse en casa va a ser una oportunidad para que se aprovechen estos días para hacer más vida de familia, para hablar unos con otros, para que te acerques a hablar con tus hijos o tus padres y preocuparte por sus cosas, a interesarte por tus mayores. Es una ocasión para rezar en familia el Rosario, entrar dentro de uno mismo, leer juntos la palabra de Dios o una buena lectura espiritual, ver juntos la Misa en la televisión haciendo comunión espiritual , y es el momento ideal de poner en un lugar adecuado y central de los hogares cristianos un Crucifijo y una imagen de la Virgen María para que nuestras casas, sin sustituir nuestras Iglesias, se conviertan en estos días especiales en esa Iglesia doméstica donde poder orar por esta situación tan especial, sus afectados y en concreto para encomendar a los sanitarios y fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y personal de servicios esenciales que se van a convertir en nuestros mejores aliados dando lo mejor de sí mismos por el bien de todos nosotros.

En esta Cuaresma de 2020 ya tenemos impuesto, con el indeseado coronavirus, nuestro desierto en donde Dios aprovechará para hablar a nuestros corazones, y un retiro donde vivir el ayuno, la limosna y la oración, sabiendo que el Señor está con todos nosotros en medio de esta tormenta dándonos su fuerza y diciéndonos: ¡Ánimo, no tengáis miedo! Trasmitamos también nosotros esa esperanza y alegría cristiana en medio de la adversidad, y además podemos cumplir aquella recomendación de Jesús que escuchamos en el Evangelio del Miércoles de Ceniza: “Cuando tú vayas a rezar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre que ve en lo escondido, te lo pagará”.

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