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La Crestería

Manuel Sotelino

Cosas de cofradías

LLEGA el comienzo del curso y con ello ya se sabe que también se acercan las noticias de nombramientos. Camareras, vestidores, capiller o capataces comienzan a salir en los medios con fotografías posando como si del fichaje de una estrella del fútbol se tratase. Bueno, en realidad, que se sepa, las camareras o el capiller no suelen tener la misma trascendencia mediática que los capataces. Y quizá es por ello por lo que la firma de una banda o ‘contratar’ los servicios de un capataz tiene casi tanta importancia como si del estreno de un estandarte se tratara. Cosas de las cofradías.

Por otro lado, no dejo de reconocer que ser nombrado para ejercer alguna función en una hermandad es también estar al servicio de la corporación a la que uno pertenece. Estar abriendo y cerrando la capilla, tener como los chorros del oro el ajuar de los titulares o tener la responsabilidad de ser vestidor de una imagen con tirón son horas de trabajo. Sacar tiempo de tu vida para dedicárselo a la hermandad y a las imágenes a las que se le tiene devoción.

Con los capataces es también un servicio a la cofradía que uno va a sacar. Quitar horas de sueño para los ensayos y cuadrar a la cuadrilla para que todos vayan igualados bajo el palo. El trabajo del capataz luce más –como ocurre con los mayordomos– mientras que con las camareras es como de segundo plano –como las responsabilidades de un secretario.

Y después vendrán los ceses. Si es que los tiene que haber. Y ya sabemos que en esta materia, hay que atinar debidamente. Pues al ficharlos se llega a un acuerdo fácil mientras que rescindir el contrato viene siempre seguido de una liquidación que puede dar a una junta muchos quebraderos de cabeza. Ya se sabe. Cosas de cofradías.

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