Programación Guía completa del Gran Premio de Motociclismo en Jerez

La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

La decadencia de Europa

¿Vivimos el decadencia de la Europa que hemos conocido desde la Ilustración y la Revolución Francesa?

Endos días se han sucedido más desembarcos de inmigrantes, otro asalto a la valla de Ceuta (1.400 la han saltado cada vez con mayor violencia en lo que va de año), los incidentes al grito de "¡Alá es grande!" de Cornellá y Trappes (París) -conocido como el Molenbeek francés en referencia al municipio belga con un 40% de población musulmana- reivindicado por el Estado Islámico y la llamada del líder del EI, tras un año de silencio, a continuar la guerra santa.

Hay quien compara, tanto desde eufóricas y multiculturales posturas progresistas como desde asustadas posiciones reaccionarias, la actual situación de Europa con la caída del Imperio romano de Occidente. Este fenómeno ha dividido a los historiadores desde el clásico de Gibbon Historia de la decadencia y caída del imperio romano. Para unos se inicia con la crisis del siglo III y, para otros, mucho antes, con la corrupción imperial bajo las dinastías Julio Claudia, Flavia y la esperanzadora de los Antoninos que tan mal final tuvo con Cómodo. Tampoco hay acuerdo sobre su final. Según la tesis clásica de Gibbon, la caída se consumó con la destitución del último emperador por Odoacro en el 476. Posteriormente algunos han alargado su agonía hasta las invasiones musulmanas del siglo VIII.

A quienes gustan de esta comparación, en mi opinión errónea tanto en el caso de los progresistas como de los reaccionarios, les recuerdo que la historia nunca se repite -y menos mediando más de mil años- y que el proceso abarcó un lapso de tiempo de entre dos y ocho siglos. Lo que estamos viviendo puede conducir al colapso o radical transformación de la Europa que hemos conocido desde la Ilustración y la Revolución Francesa, con los antecedentes próximos de la Edad Media, el Renacimiento y el Barroco, y los lejanos en sus orígenes pero siempre inspiradores y actuantes de los legados judeocristiano y grecorromano.

En primer lugar -no busquemos culpas externas-, por el suicidio cultural de una Europa cada vez más olvidada de su historia, su cultura y sus valores. Y en segundo lugar, por la evidente incapacidad de integrar a los inmigrantes, incluso de segunda y tercera generación, y de frenar y ordenar la avalancha de desesperados. Sartori (La sociedad multiétnica, Carrera hacia ningún lugar) y Steiner (La barbarie de la ignorancia, Elogio de la transmisión e Idea de Europa) han escrito páginas lúcidas sobre ambos fenómenos.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios