Los escritores que nos comprenden

La ciudad y los días

04 de agosto 2025 - 03:06

Tan importante como comprender a un escritor es que este nos comprenda. Esto sucede con los autores cuyas personalidades se transparentan en sus obras. Aquellos cuya personalidad permanece oculta tras las historias que narran nos entretienen, incluso nos fascinan, pero sin familiaridad entre él y nosotros, sin que sepamos cómo eran y por lo tanto ellos, venciendo tiempo, distancia y muerte, sepan cómo somos. A veces con cierta consciente desesperación por parte del autor “invisible”.

Resulta conmovedor que Dumas, el gran narrador, escribiera en Los gentilhombres de Sierra Morena, uno de los cuentos de fantasía y terror de Los mil y un fantasmas que publicó por entregas en 1849 (edición española en Valdemar) esta confesión: “Cuando escribo una novela sufro las exigencias del siglo en que se realiza mi tema. Los lugares, los hombres, los acontecimientos me son impuestos por la inexorable puntualidad de la topografía, la genealogía y las fechas… En medio de todas estas búsquedas, de todas estas investigaciones, el yo desaparece; (…) participo a mis contemporáneos los acontecimientos de los días pasados, las impresiones que esos acontecimientos produjeron sobre personajes que vivieron realmente o que yo he creado con mi fantasía. Pero de las impresiones que los acontecimientos cotidianos han producido sobre mí, me está prohibido decir nada. Amistades de Eduardo III, odios de Luis XI, caprichos de Carlos IX, pasiones de Enrique IV, debilidades de Luis XIII, amores de Luis XIV; lo cuento todo; pero de las amistades que consuelan mi corazón, de los odios que agrian mi espíritu, de los caprichos que nacen en mi imaginación, de mis pasiones, de mis debilidades, de mis amores, no me atrevo a hablar. Hago conocer a mi lector un héroe que existió hace mil años, y yo quedo desconocido para él... Hay algo triste en esto... Quiero tratar de ser, para el lector, algo mejor que un narrador cuya imagen se forja cada cual en el espejo de su fantasía. Quisiera convertirme en un ser vivo, palpable… De esta forma moriré menos”.

Las criaturas de Dumas viven. Dumas el narrador vive. Pero el hombre Dumas, salvo en sus diarios de viajes, murió en 1870. No es el caso de los escritores que escribieron para nosotros, que comprendemos y que nos comprenden. De ellos me ocupo mañana.

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