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la torre del vigía

Juan Manuel Sainz Peña

500 euros

LA calle es mucho más sabia que la Universidad, o por lo menos tiene más certeza y más gracia para decir las cosas. Todo el mundo sabe, por ejemplo, que a los billetes de 500 euros se les bautizó con el nombre de Bin Laden, porque todos los conocían y sabían de su existencia pero casi nadie los había visto.

Ahora el chistecillo, con el terrorista más tieso que el muñeco de Tío Pepe, ha perdido actualidad, aunque sigue siendo una verdad como un templo que los billetazos de 500 no se ven ni en las películas.

Lo curioso es que aunque el billete es de curso legal, son pocos (por no decir ninguno) los comercios que lo admiten como forma de pago. Y no, no estoy hablando de almacenitos y tiendas de ultramarinos de un barrio perdido de Madrid. Es que en muchas grandes superficies (o sea, lo que se ha llamado de toda la vida supermercado) no te dejan pagar con un billete así. De hecho te advierten: "Por razones de seguridad no admitimos billetes de 500 ni 200 euros". Toma del frasco, Carrasco.

Se han sacado una serie de billetes y monedas que, en su mayoría, pocos manejan. Los 500 euros, salvo que seas político, traficante o futbolista, no llegarán a tus manos ni en sueños. Y en cuanto a los de 200, pues más o menos lo mismo. Ni los tendrás nunca en la cartera ni te dejarán usarlo (repito, a pesar de ser una moneda de curso legal) en casi ninguna parte. Cuando pienso que esos 500 euros representan prácticamente el sueldo miserable de un montón de gente trabajadora, se me rallan las tripas.

Justo al contrario pasa con las moneditas de céntimo, dos céntimos y cinco céntimos: casi nadie las quiere. Uno va apagar algo con un montón de ellas y nadie te las admite. "Uy, ¿no tienes otra cosa? Es que de esas tengo muchísimas. Total, que por unas cosas o por otras, el euro, además de habernos subido los precios de forma inmoral, se ha convertido en billetes y monedas que, la mayoría de las veces, o no nos llegan o no nos dejan usarlas.

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