Vía Augusta
Alberto Grimaldi
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LA Asociación Nacional de Criadores de Caballos de Pura Raza Española debería estar preguntándose a estas alturas en qué están fallando los esquemas de selección y deportivos de la raza para que el caballo lusitano, su primo ibérico, esté desplazando al caballo español de las pruebas de doma.
Este fin de semana ha vuelto a ocurrir. En febrero, durante el primero de los tres concursos de doma que se esperan este año en Jerez, estas mismas páginas sirvieron para contar que el portugués galopa mejor que el español y así sigue siendo en julio. Los lusitanos en Jerez han ocupado la primera posición en pruebas de calado, en la que se ve o no se ve el talento de una raza. Y las dos tienen talento pero la lusitana ha conseguido mejorar defectos que lastran las posibilidades de éxito en la doma mundial. Por ejemplo, los corvejones del caballo están muy mejorados en general pero se aprecia una mayor cilindrada en casa del vecino. El caballo lusitano es ya un caballo ligero que además es un caballo barroco. Esto significa que ha conseguido hacer lo que parecía imposible: mantener la perfección en los movimientos elevados y reunidos como la pirueta, el passage o el piaffé y además ampliar el ángulo en espaldas y corvejones para lograr mayor amplitud en los alargamientos, ejercicios donde habitualmente el caballo centroeuropeo -que no es una raza pura- cruje a los históricos y nobles caballos ibéricos.
El hecho de que la sangre lusitana repte por las clasificaciones deportivas no sólo sirve para competir de tú a tú con el caballo teutónico sino que pone en valor una industria, la ecuestre, que en Portugal tiene el mismo peso económico y cultural que en España. Hay que seguir mejorando nuestro caballo como lo están haciendo los portugueses, que han cambiado el motor diésel por uno de gasolina. Si no seguimos en el empeño quizás mañana no haga falta la fotofinish para elegir al mejor.
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