Programación Guía completa del Gran Premio de Motociclismo en Jerez

HACE unas semanas se presentaba “El convento de la Santísima Trinidad y la hermandad de la Humildad y Paciencia de Jerez de la Frontera: una historia compartida”. Se trata de un proyecto que no hubiera sido posible sin la financiación de la Junta de Andalucía ni sin la iniciativa de la propia cofradía, a través de la cual puede ser adquirido este libro. El objetivo central fue la reconstrucción del recorrido histórico y del patrimonio artístico tanto de la antigua hermandad como de la actual, con motivo de los cuatrocientos años de la realización de la imagen del Cristo titular de ambas.

Aún así, una parte no menos importante de los esfuerzos se centraron en hacer un estudio lo más completo posible sobre la sede de las dos sucesivas corporaciones penitenciales, lugar en el que ha recibido culto dicha talla desde su llegada a Jerez hacia 1636. Es por ello que desde hoy voy a dedicar este rincón de Diario de Jerez a hablar de la iglesia de la Trinidad. Un edificio religioso que pasa algo inadvertido, quizás por su sencillez estructural y la presente austeridad de su interior, lo que ha llevado incluso a que se hayan interpretado sus formas arquitectónicas dentro de cronologías dispares. A partir de un análisis estilístico y de una revisión documental y bibliográfica se ha podido, sin embargo, iluminar en cierta manera su complejo proceso constructivo.

Si bien los trinitarios calzados se instalan en la ciudad varios años antes, la fundación del convento en el sitio donde finalmente se ubicó se produciría en 1569. A partir de ese momento se sucederían durante los siglos XVI, XVII y XVIII hasta tres iglesias, la última de las cuales se corresponde con la que ahora existe. El único elemento, junto a una serie de capillas laterales, que perdura del primitivo cenobio. Todo ello se comentará en siguientes artículos.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios