Programación Guía completa del Gran Premio de Motociclismo en Jerez

La torre del vigía

Juan Manuel Sainz Peña

Lo malo de ser legal

LO chungo de leer la prensa es que terminas por enterarte de todo. Y en todo, naturalmente, está lo bueno, pero también lo mucho malo de la vida. En el Diario de hace unos días, Ana Villegas contaba la historia de un matrimonio que vive -en esta ciudad de aires capitalinos, proyectos faraónicos que después nunca se llevan a cabo, y otras ventas de humo al por mayor para distraer la atención- en un trastero. Lo que viene a hacer pura metáfora de cómo es tratado el ciudadano en este caso de Jerez: como un trasto. El político, ya sea de Medio Ambiente, Bienestar Social, Cultura, Zona Norte o Sur; de Madrid o de Barcelona, de Jerez o de Sevilla, se aferra al socorrido no sabe no contesta cuando el que reclama es el ciudadano. No es ninguna novedad, cierto, pero sigue siendo igual de sangrante que las cosas pasen, el tiempo pase y, casi siempre, se trate de poner una solución cuando el vecino aparece en las páginas de local de un periódico o en la tele. A la familia que vive en el trastero no se le ocurrió otra cosa que llevar las llaves del piso que le ofrecía un familiar al Ayuntamiento. "Quería hacer las cosas por lo legal" arguyó, ufano e ingenuo el pobre, pensando que la delegación correspondiente iba a hacerle caso muy pronto e iban a concederle una vivienda social en un plis-plas. Lo dicho: pura inocencia.

Hoy por hoy, no vale ser honrado, y menos en este país que se sigue llamando España, ni en esta ciudad de Jerez. Si no estás vivo, no te mueves y no agudizas el ingenio, te comen las moscas o el sistema. A nadie de la administración que sea le importa un pijo la humedad del trastero, ni que tengan que mover la cama porque llueve y hay goteras, ni que estés sin curro ni donde caerte muerto. Si les importara, actuarían, pero no lo hacen o lo hacen tarde. No les importa porque la burocracia y el papeleo están antes. Así que ya sabe, amigo del trastero, que lo malo de ser legal es que, desgraciadamente, con algunos estamentos, la honradez no sirve para nada.

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