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Bernardo / Palomo

Las máximas de un paisaje total

HACÍA tiempo que este joven pintor jerezano estaba pidiendo una exposición individual en su tierra natal. No era normal que un buen pintor como el que nos ocupa no hubiese comparecido ya, cuando hoy cualquiera con muchísimo menos, ha sido elevado a las máximas alturas y se potencia su nombre con música de fanfarrias. Jaime Pandelet es un artista necesario en los circuitos expositivos porque, aparte de hacer una pintura sobrada, atractiva y llena de sentido, deja claro que también existe un territorio pictórico diferente, con muchos encuadres y del que se puede sacar las máximas consecuencias artísticas. Por eso, desde el primer momento de vida de esta sala de exposiciones, se contó con Jaime Pandelet. Ahora llega a Jerez y lo hace de la mano de un ramillete escogido de obras donde el paisaje muestra sus más afortunados desenlaces.

Estamos ante un pintor que sabe lo que hace, que se siente heredero de una pintura sabia - probablemente, antes que en la Facultad de Bellas Artes, la aprendió desde chico en su casa donde su padre, el pintor y profesor Jaime Pandelet, forjado en la buena escuela sevillana donde Burguillos, Salinas, Laffón, Duclos, Soto y compañía marcaban buenas rutas a seguir, le pudo enseñar buenos esquemas para saber a qué atenerse - y que nos la ofrece después de que aquella se haya desprovisto de muchas de malas influencias. Y es que Jaime Pandelet sabe acudir a los postulados exactos y claves para componer los espacios paisajísticos que quiere. Por eso su pintura nos ofrece palpables referencias pero estas, lejos de condicionar, abren perspectivas, dejan espacios libres para que el autor ponga su sello personal-su marca de artista indiscutible -. Así nos encontramos con los esquemas de la gran pintura de siempre, bellamente acondicionada y sabiamente patrocinada para que deje las mejores circunstancias de un expresionismo figurativo que, a veces, está más cerca de las meras marcas representativas, y, en cambio, otras, se adentra por un mayor poderío plástico que roza los ambientes de una casi abstracción condicionada por tenues referencias concretas.

La pintura de Jaime Pandelet oscila en un abanico grande de intenciones. Por un lado nos conduce por un bello paisajismo urbano, barrio de Alfama, tranvías de Budapest, villas milanesas, jardines parisinos, que sabe desentrañar los máximos episodios de una realidad que él transmite desde la esencia pura de la expresión. Además, en otras ocasiones, trueca los encuadres ciudadanos por unos desarrollos naturales donde se nos ofrecen, también, diferentes planteamientos estéticos; desde mínimas y rigurosas posiciones donde una solitaria casa estructura un bellísimo paisaje natural hasta un mayor expresionismo donde las intensidades cromáticas imponen su potestad plástica.

Estamos, pues, ante un joven artista que sabe lo que hace y que, no nos cabe la menor duda, está en los comienzos de una carrera que puede ofrecer muchas satisfacciones.

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