ACABÓ la Feria del Caballo del reencuentro, siete días y ocho noches en las que Jerez ha vivido en el González Hontoria compartiendo calor, albero, fino, rebujito, raciones, jaleo, cante, baile, alegría, juerga, abrazos, cambayás variadas -como las del oso de Cádiz y otras-, brindis, felicitaciones, invitaciones, fiesta, diversión, bullicio y risas: se declaró el Estado de Felicidad durante una semana para propios y visitantes al reclamo de la Feria del Caballo, que sin duda sigue siendo la mejor feria del mundo aunque se aceptan opiniones contrarias, claro.

Acabada la Feria, entiendo que el balance general ha de ser positivo después de dos años de pandemia sin pisar el albero aunque todo tenga sus matices. Ahora es tiempo -queda todo un año- para tomar nota de lo que se puede mejorar en el real y de los fallos que haya para corregirlos. Esa es la intención del Ayuntamiento, que ya ha anunciado que se reunirá con los caseteros para escuchar sus impresiones y valoraciones y actuar en consecuencia en la medida de lo posible porque aquí se trata de sumar y de ir todos a una hacia un mismo objetivo, que es mejorar la Feria de Jerez entre todos, no es cuestión de tirarse los trastos a la cabeza porque así no vamos a ningún lado.

Y la Feria tiene algunos detalles mejorables -como casi todo en esta vida- en los que se puede trabajar, comenzando por las estructuras y montaje de las casetas, que han generado numerosas críticas entre los caseteros. Ahora, con la experiencia de este primer año con la empresa montadora -que estará dos años más- se pueden sacar conclusiones y encontrar soluciones.

Y como bien escribía Fran Pereira, ha habido casetas que se han pasado por el forro la ordenanza que pide música de estilo flamenco hasta las 24:00 horas y muchas más las que han hecho oídos sordos a la limitación de potencia en los altavoces; en algunas casetas conversar en un tono de voz normal era imposible y había que gritar para que el de al lado escuchara. Es cierto que resulta complicado controlar estos aspectos y una solución, ya que controlar la música que ponen es poco factible, podría ser juntar a estas casetas del chimpún-chimpún en una misma calle del infierno para que así no rompan la línea de la Feria; y con los decibelios, lo mismo: o limitadores de potencia sellados de alguna forma o solo permitir equipos con un máximo de potencia y multazo de los gordos al que los cambie.

También hay que cuidar el paseo de caballos para impedir el acceso a enganches-taxis sin un nivel aceptable. En esto yaa trabaja también el Ayuntamiento con el Club de Enganches de Jerez y la idea es establecer un protocolo lo más detallado posible para que en 2023 todas las matrículas que se autoricen sean aprobadas por personas que tengan un conocimiento amplio de cómo se debe ir, tal y como contó Arantxa Cala.

Seguramente habrá más detalles en los que se pueda mejorar y de eso se trata, de que la de Jerez siga siendo la mejor Feria del mundo, aunque se acepta que haya quien piense lo contrario, claro. Pero mejorando estos y otros detalles seguro que cada vez son menos los que opinen así...