"Si la pasión te empuja, deja que la razón lleve las riendas», Benjamin Franklin"

He querido empezar estas líneas con esta frase. Me inquieta su vigencia, dado que, como mínimo, alberga más de 230 años de historia, aunque a buen seguro, este padre fundador de los Estados Unidos no la escribió pensando en que un joven cofrade la usara 3 siglos después. Y su actualidad reside en que los cofrades tenemos la posibilidad de convertir la “p” de pasión en mayúscula.

Creo que la razón debe empezar a llevar las riendas y corregir el rumbo hacia el que nos encaminamos. Las últimas semanas han estado cargadas de noticias desde los medios relacionadas con conspiraciones, intrigas palaciegas, complots, carreras oficiales alternativas, y un sinfín de ideas peregrinas para hacer posible lo imposible. Ahora empiezo a entender a mi padre, cuando de pequeño, si algo se torcía me respondía aquello de “Joselito, yo no soy pesimista, soy un optimista bien informado”.

Mire usted, si hay un complot político para que este año las cofradías no hagan nada, que lo haya; si estamos en manos de bolcheviques que quieren aprovechar la coyuntura para eliminar las manifestaciones religiosas de la calle, sea; como dijo William James: «No hay mayor mentira que la verdad mal entendida», y la verdad es que eso a los cofrades nos tiene que dar exactamente igual, porque cierto o no todo lo anterior, un rebrote producido por las cofradías no va a tener el mismo impacto, ni será condenado con la misma intensidad y fiereza que un rebrote producido por el fútbol. La lupa siempre estará focalizada en lo que somos y lo que hacemos los cofrades y sus cofradías.

Dejarnos llevar por nuestra pasión (con o sin mayúscula) simplemente por impulso, me parece todo un error, y aunque la calle es mucha calle, tú y yo sabemos que la nueva normalidad es cualquier cosa, menos normalidad. Y si antes del 13 de marzo ya eran diferentes una manifestación y un paso en la calle, mucho más ahora. Por eso, ni tuvo ni tiene sentido compararlas, en tanto en cuanto a una manifestación no la siguen dos aceras abarrotadas de personas durante todo su recorrido.

¿Verdaderamente somos tan ilusos como para pensar que la devoción es contenible? Daría igual cuál fuese la primera en la calle; la sede canónica, el barrio y sus mediaciones estarían atestadas de cofrades de dentro y fuera de Jerez para ver, inmortalizar y postear por redes sociales todo lo acontecido, y ningún aforo delimitado ni distancia de seguridad protocolarios evitarían que esto fuese así.

Seamos inteligentes, y en vez de trabajar en ensoñaciones, trabajemos en alternativas posibles, realizables, que quizás no sean lo deseado, pero sí son lo responsable y lo que los tiempos demandan. Una Semana Santa de templos abiertos y Cofradías expuestas, íntegramente, con pasos montados inclusive en su interior, sería un éxito dadas las circunstancias, y lo que es más importante, adecuada al contexto.

Por algo cuando se nos fundó, nos hicieron Hermandades y Cofradías, porque la hermandad se transforma en cofradía un solo día al año, pero nunca dejará de ser hermandad, ni siquiera cuando su cofradía se quede otro año más en casa.