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Tribuna cofrade

Salvador Gutiérrez Galván

Caminando a la Resurrección

Nuestra meta es la Resurrección. Qué bonita metáfora para estos tiempos. Todo parece indicar que será por esa fecha cuando veremos de nuevo la luz. Este año creyentes y no creyentes nos encaminamos juntos hacia el domingo en que vuelve la vida. Saldremos de nuestros refugios como en Betania, azorados a contemplar la fuerza de lo que habíamos olvidado. El aire, la brisa, la sonrisa, el abrazo; la Resurrección triunfante a la que nunca dimos importancia. Y Él, una vez más, estará con nosotros. ¿Cómo deambularemos entonces después de lo vivido en esta cuaresma? Porque ya nada será igual.  ¿O quizás si?

En la debilidad nos hemos unido para rezar y pedir que las tinieblas se apartasen. Es algo común en el hombre mirar a lo trascendental cuando lo tangible no ofrece respuesta al sufrimiento. La oración, denostada por esta sociedad egoísta, ha entrado ahora en los hogares como bálsamo capital. Y el sentido religioso que sociológicamente enfatizaba el Padre Giussani ha regresado al interior de nuestros hogares sin que nadie, ahora,  haya querido burlarse de él. Lo espiritual se ha reposicionado suavemente, de tal modo que ya no resulta manido ni casposo. Unos hablan de las virtudes de este parón en la historia, otros de conductas perdidas y ahora resucitadas, otros de la importancia de esta crisis para caer en la cuenta de lo verdaderamente importante, y los más temerarios acusan un castigo divino como causa de la aflicción. Lo único cierto es que todos nos encaminamos a la noche misteriosa de la Cruz y que la muerte, tal y como escribiera magistralmente el padre Cesáreo Gabaraín, no será el final. Hasta aquí, más de uno habrá rezado y se habrá encomendado a ese Dios del que tanto renegó, como los millones de oraciones en los angustiados corazones de media humanidad. Hemos clamado al cielo la vuelta a una normalidad que queremos controlar, porque pensamos que nos pertenece. Y cuando sea así, ¿seremos capaces de agradecer lo que siempre tuvimos o volveremos a endurecer nuestros corazones como en Meriba? Nos hacía falta una cuaresma para llegar a la Resurrección.

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