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Mi tesis sobre su tesis

El neo puritanismo político puede llevarnos a tener una clase dirigente llena de fantasmas ridículos

Ayer no más decía que habría que hurgar menos en el pasado de los políticos. Enseguida me acordé, vaya, de la tesis del doctor Pedro Sánchez. Pero, en efecto, ¿cuántas de las cosas que hace este hombre no serán para tapar la cuestión del plagio o del churro o del «negro» o las tres cosas? Hay quien dice que lo de exhumar a Franco es, más que nada, para inhumar su tesis. Ganas no dan de olvidarse de la tesis de uno para el que toda memoria histórica parece poca para echársela en cara al rival. No dan ganas de perdonársela tampoco a quien en la tribuna del Congreso había presumido de que en Alemania los políticos dimiten por plagio, haciéndole un feo a la autoestima de España que resulta que quien se lo hace es él mismo, pringándonos con su moralina bumerán.

No dan ganas, no, pero yo olvidaría su tesis. Un tribunal de una universidad le puso sobresaliente a un churro, calificándose a sí mismo, a su universidad, al sistema de calificaciones de la tesis y, a contrario sensu, al propio autor. Pues ya está.

Nos hubiésemos evitado así otras actitudes que ya son imperdonables (éstas, ay, sí) porque ejercidas desde su cargo de presidente del Gobierno, como mentir en sede parlamentaria sobre el particular o decir desde La Moncloa, nada menos, que se ha pasado un control antiplagio que, por lo visto, no se pasó. Hubiese sido mejor que hubiera dicho: «Mi tesis era un pegote (en los dos sentidos) y qué». Cierta falta de hipocresía podría parecer un descaro o una sinvergonzonería, pero les libraría de la necesidad de encadenar mentiras, ocultaciones, fingimientos y disimulos. Un poco más de frivolidad permitiría tener una clase pública más seria: menos taimada y mentirosa en el presente, menos obsesionada con ir tapando sus huellas. La falta de hipocresía, y también la comprensión previa de las debilidades de los demás para que luego te juzguen a ti con la misma medida.

El neo puritanismo político puede llevarnos a tener una clase dirigente llena de fantasmas ridículos (pero asustándoles) en sus armarios. Esto no distrae a todos (a ellos y a nosotros) de juzgar sus ideas actuales y actuantes y sus acciones y omisiones en el ejercicio de su cargo. Quizá Sánchez piense que su tesis es algo vergonzoso que tiene que esconder, pero yo creo que hay muchas otras cosas que no esconde, sino que hace tan contento y ostentoso y ahora mismo que merecerían más investigación y comentario.

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