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SI eres un asiduo del gimnasio estarás acostumbrado a escuchar frases como "me siento fatal porque ayer me comí un dulce", "no sé por qué no adelgazo si sólo como lechuga" o "tengo que quemar todo lo que comí durante el fin de semana". El gimnasio es, muy posiblemente, el lugar donde más quejas se escuchen a lo largo de todo un día. Nadie parece estar satisfecho ni con su cuerpo ni con su autoestima. ¿Qué es lo que falla? Todos hemos cursado en el colegio una asignatura llamada Educación Física, pero ¿poseemos realmente los conocimientos necesarios para hacer deporte y no desistir en el intento? He de reconocer que, después de haber asistido -y odiado - durante 14 años a clases de 'gimnasia', no ha sido hasta hace apenas unos meses, cuando he empezado a aprender a entrenar de forma efectiva. ¿El primer paso? Concienciarse de que el deporte debe practicarse para mantenerse sano, no para tener 1 centímetro menos de cadera. Y también que el gimnasio no es un lugar creado para redimir tus pecados.
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