La tribuna
Un dilema difícil
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Mi amigo Antoni Putin se encuentra en una lamentable situación económica. Este agente secreto ruso, en excedencia del actual KGB, no percibe renta ni salario alguno desde hace casi un año. Como algún lector recordará, con el premio de una Bonoloto compró la mansión colindante con la de Pablo Iglesias para espiarlo mediante grabaciones que luego vendería al mejor postor. El problema es que, sin apenas dinero, adquirió los micrófonos más baratos que encontró en un bazar chino que, por supuesto, no funcionaron (olvidó ponerles las pilas). Como pueden imaginar el riesgo que corrió al colocarlos y el gasto en tecnología punta no sirvieron para nada. Por otra parte, tiene su residencia en venta mediante un atractivo anuncio en la red y, hasta ahora, no ha recibido ni una sola llamada.
Como el inspector Villarejo, su mentor, anda incomunicado en la cárcel de Estremera, se dirigió a una empresa de cazatalentos para ofrecerse alegando, especialmente, su experiencia en el procés. Por su perfil profesional lo colocaron en una agencia de noticias falsas, sin perjuicio de reconocerle que también era muy válido como relator y de observador internacional. La remuneración sería muy atractiva. Una malvada y certera noticia falsa se paga a 1.000 euros y de relator u observador internacional, el más tonto saca 8.000 euros al mes más gastos de desplazamiento y dietas.
Putin entró a trabajar en la entidad mercantil denominada "NOticias FALsas TESifonte VERdugo DADivoso, S.L.", en acróstico y comercialmente conocida como "NO FALTES a la VERDAD". Nuestro espía, poco aficionado al trabajo, en vez de idear fake news se dedicó a retocar algunas noticias antiguas e inventarse otras con sorna: "Sánchez se plagia a sí mismo y volverá a pactar con los independentistas de cualquier calaña"; "Casado repesca a Bárcenas como posible ministro de Economía"; "Rivera ficha a Ortega Cano como cabecera de lista por Murcia"; "Iglesias, futuro ministro del Interior, será el don Limpio de las cloacas del Estado"; "Vox presenta a Falete como número uno por Cuenca". Don Tesifonte, animalista del Pacma, lo despidió al instante sin pagarle ni un euro.
A continuación, el agente secreto llamó a Elsa Artadi para brindarse como relator. Esta política catalana le comentó que mejor la llamara después de las elecciones, cuando Sánchez tenga que tragar con la figura del mediador. Deprimido, se citó en un restaurante cercano al Tribunal Supremo con el abogado del exconseller Forn (Horno, en catalán) para, previo cobro de sus honorarios, testificar como observador internacional. La casualidad quiso que allí mismo se encontrara Marchena, el presidente de la Sala, quien apuraba su habitual postre de crema catalana. El abogado y el espía aprovecharon la ocasión para solicitar al magistrado la venia al efecto, pero vieron rechazada su petición y, de camino, recibieron una lección sobre la Ley de Enjuiciamiento Criminal.
En el autobús de vuelta a Galapagar, Putin pensó en la posibilidad de destinar su casa a vivienda turística. El gran escollo: este pueblo madrileño, salvo ser la cuna del ganadero Victorino Martin y la tumba del Nobel Benavente, solo tiene el morboso aliciente del casoplón de Iglesias.
Antoni, desesperado, comprendió que tenía que vender la vivienda a la baja y que los compradores naturales eran sus vecinos, los líderes de Podemos. Los visitó al anochecer y les gustó la idea, para dar mayor desahogo a su mansión: ella está embarazada del tercer vástago. Además, como en breve ambos cogerán sueldos de ministros, obtendrían un nuevo préstamo con facilidad. La famosa pareja propuso al agente secreto que esperara un año para no escandalizar a la opinión pública y que, mientras tanto, montara en la casa una guardería infantil progresista, transversal y feminista. Sería muy rentable porque todos "los pequeños podemitos y las pequeñas podemitas" de la zona irían allí. En todo caso, la guardería se denominaría: Uniditas podremos.
El espía agradeció la propuesta y luego me llamó para contarme esta historia. En definitiva, me pidió prestados 3.000 euros. Puede que Putin solicite el reingreso en su añorado KGB. Me consta que no le gustan los niños.
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