Diario de Pasión

Mis amigos, los músicos

HACE frío. Mucho frío. Un frío gélido de esos que aún a pesar de estar al resguardo se te cuela por cualquier sitio, provocando la inmensa duda sobre si este año tendremos primavera o no la tendremos, y lo que es más importante, si ésta llegará en la forma conveniente, es decir, a tiempo para poder disfrutar de la nueva Semana Santa. También llueve, y además ventea de lo lindo, algo que tampoco es tan extraño, ya que, lo queramos o no, aún estamos a mitad de febrero. O sea, normal.

Sin embargo, y a pesar de todos los inconvenientes meteorológicos, en el silencio que de vez en cuando nos llega con el descenso de las rachas de aire, podemos escuchar nítidamente el eco de unos tambores y el lastimoso desgarro de unas cornetas, de unas tubas, o de unas poderosas trompetas. Y es entonces, cuando caemos en la cuenta de que a la vuelta de un mes ya estaremos inmersos de lleno en la nueva Semana Mayor, así que cualquier prisa es poca para tenerlo todo dispuesto de cara a los días grandes.

Y los primeros que lo tienen claro, son ellos. Mis amigos los músicos. Callados sufridores de las noches del invierno y del verano, aquellos a los que nadie les tendrá en cuenta tras los pasos cuando lleguen los malos momentos -que algunos llegan de vez en cuando- si  en su tiempo de preparación lo pasaron bien o no, si pudieron ensayar en la calle o en un local, o si el frío, la lluvia y el viento pasaron factura en forma de falta de asistencia a los ensayos, por gripe lógica de los componentes de las bandas.

Es la triste realidad entre la que se mueven a la manera habitual, llevando como compañeros de viaje en su rutina, la sinrazón y la desidia de una ciudad que muy pocas veces sabe valorar lo que tiene, dejando morir de inanición hasta los símbolos más grandes, y créanme si les digo, que a nivel musical procesional en Jerez, también hemos llegado a ser grandes. De hecho, hagan la prueba esta próxima Semana Santa, y escuchen bien cómo tocan las bandas jerezanas. Ya verán hasta qué punto serán capaces de saborearlas. 

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