Semana Santa 2021 | Viernes Santo

Seis días para recordar y también para olvidar

  • El Viernes lo abrió la exclusiva estampa de Jesús casi en la calle "para bendecir a Jerez"

  • Intensa jornada con menos público pero muy viva en las hermandades de Las Viñas, Soledad y Cristo

Largas colas ante la Ermita del Cristo de la Expiración el pasado Viernes Santo.

Largas colas ante la Ermita del Cristo de la Expiración el pasado Viernes Santo. / Miguel Ángel González

La Semana Santa de 2021 ya es casi historia. De lo que no cabe duda alguna es que pasará a los anales de la larga crónica cofrade que escribe cada año esta ciudad desde hace varias centurias. Además de haber sido singular por el segundo año que no pudieron salir las procesiones, mucho más allá de esta circunstancia tenemos que detenernos a analizar los no pocas expresiones que ha propiciado el quedarse en casa.

Si ya durante la Cuaresma se apuntaban maneras, durante los días pasionales se confirmaron esos pronósticos e incluso fueron más allá. No es para menos, la normalidad alcanzaba hasta las primeras horas de la tarde en las que debería haber tomado el relevo las procesiones después de mañanas muy intensas en capillas y templos; daba sensación de una normalidad. Un espejismo. El buen tiempo que ha predominado y las muchas ganas de cofradías consiguieron subir muchos grados el ambiente en la calle para mayor beneficio del comercio, hostelería y un fuerte empujón en el ánimo de la gente; a la vez, y tal vez sin esperarlo, un fuerte impulso al culto interno, a visitar iglesias, monumentos, a rezar ante la ausencia del ‘ruido’ semanasantero.

La jornada del Viernes Santo se abrió con momentos de la Madrugada. Bien temprano Jesus Nazareno se asomó a la Alameda de Cristina tras el previsto rezo que se hizo a las siete de la mañana con Jesús en el dintel de la capilla. Cuatro hermanos, sujetando la imagen desde su peana, lo acercaron a la reja para, en palabras del dominico Juan Carlos del Cerro, que dirigió los rezos, bendecir a Jerez.

El Cristo, en una cruz arbórea y sin vela, la cual estaba expuesta en Los Claustros. El Cristo, en una cruz arbórea y sin vela, la cual estaba expuesta en Los Claustros.

El Cristo, en una cruz arbórea y sin vela, la cual estaba expuesta en Los Claustros. / Miguel Ángel González

Un poco más lejos, la capilla de La Yedra volvió a abrir sus puertas para enseñar a La Esperanza bajo su palio, rememorando, con un gran gentío, su mañana, la misma que vio a los cofrades de la Buena Muerte cerrar el ciclo con el Via Crucis. Casi a la vez las hermandades del Viernes empezaron con sus convocatorias. Bien temprano, el Cristo de la Expiración reunió a una treintena de hermanos en su ermita para, a puerta cerrada, celebrar un Via Crucis ante los titulares de la cofradía que se situaron, formando un Calvario, en el centro de la nave con la particularidad de que el Cristo fue colocado en una cruz arbórea y sin la vela. Durante el rezo la ermita estuvo solo alumbrada con una fila de cera votiva situada al inicio del espacio dedicado al presbiterio.

La Virgen de la Soledad recibió a fieles y devotos rodeada por su candelería en La Victoria. La Virgen de la Soledad recibió a fieles y devotos rodeada por su candelería en La Victoria.

La Virgen de la Soledad recibió a fieles y devotos rodeada por su candelería en La Victoria. / Miguel Ángel González

En La Soledad las colas fueron intensas como intensa fue la mañana. Un quinteto de músicos de la banda de La Caridad interpretó ante el Señor en su Descendimiento varias piezas profesionales, un misterio que se montó al completo ante el retablo y a pie de duelo. Delante, La Soledad se colocó como si estuviera en su mesa de palio con candelería, jarras, candelabros de cola y la magnificencia de la Dolorosa de la Victoria en toda su belleza. Se homenajeó al capataz del misterio y muchos años mayordomo Jesús Lineros por 25 años frente al llamador del grandioso monumento de Bru.

La Virgen de Loreto, acompañada de sus cofrades en San Pedro. La Virgen de Loreto, acompañada de sus cofrades en San Pedro.

La Virgen de Loreto, acompañada de sus cofrades en San Pedro. / Miguel Ángel González

En Loreto, puertas abiertas para venerar a la dolorosa situada en San Pedro en un altar junto a la Santa Cruz.

La Virgen de la Concepción Coronada, rodeada de flores, en Las Viñas. La Virgen de la Concepción Coronada, rodeada de flores, en Las Viñas.

La Virgen de la Concepción Coronada, rodeada de flores, en Las Viñas. / Miguel Ángel González

En Las Viñas júbilo y animación propias de una cofradía que cada vez más es a su barrio. Con ese carácter, el flujo de visitantes fue constante y más cuando por la tarde un quinteto de músicos de la banda de Dos Hermanas hizo una ofrenda musical. A primera hora celebraron los Oficios y, más tarde, una adoración a la Cruz.

El Santo Entierro, con las santas mujeres velándole en El Calvario. El  Santo Entierro, con las santas mujeres velándole en El Calvario.

El Santo Entierro, con las santas mujeres velándole en El Calvario. / Miguel Ángel González

Por el Calvario, la serenidad, belleza y armonía de La Piedad llenó la angosta capilla. Ella situada al pie del retablo mayor escoltada por San Juan y la Magdalena. Detrás, Cristo Yacente con las santas mujeres tejiendo la mortaja.

Tal vez fueran muchos más lo momentos vividos en el contexto de una Semana Santa que no es para olvidar por lo mucho de buena que ha tenido pero sí para que no se repita tener que quedarse en casa. Dos años sin la esencia de lo que aquí se entiende como la Pasión compartida y vivida en la calle. Han sido días de devoción, rezos, recogimiento y de confirmación de la vocación cofrade de Jerez pese a todas las circunstancias. También ha sido surrealista, extraña, desmesurada y fuera de horma en no pocos actos de los celebrados. Mucho para recodar y también mucho para olvidar.

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