Las ganas pesan más en San Mateo
Santa Marta
A pesar de unas gotas de lluvia en calle Justicia, la hermandad continuó para recogerse con prisas a las once de la noche
CON miedo, pero sin faltar a la cita, el pueblo de Jerez fue reuniéndose en torno a San Mateo a la espera de ver si podría disfrutar del Miércoles Santo. Entre los presentes una conversación se repetía, la tan difícil, pero al final acertada, decisión de los vecinos de Santa Marta el pasado martes, una situación que esperaban no hubiera que repetir de nuevo.
Entre las miradas a las nubes, al móvil y a la puerta de la capilla de Santa Marta, las nuevas tecnologías anunciaron que la hermandad iba a tomarse veinte minutos de prórroga para decidir qué hacer. Finalmente, a las cinco de la tarde, las puertas del templo se abrían para dejar ver a los oscuros nazarenos portando la plateada cruz de guía de la cofradía. La plaza del Mercado, por fin, iba a disfrutar de una hermandad entre sus esquinas, por lo que el público no pudo reprimir el aplauso espontáneo que resonó a las puertas de la capilla del Traslado al Sepulcro.
Tras un escueto pero bien formado cortejo de nazarenos negros, el racheado de los costaleros desde dentro del templo puso los primeros sones cofrades a la jornada cofrade. La pesadumbre en la mirada gacha de Nicodemo este año se acentuó aún más gracias al encapotado cielo que reinaba en San Mateo. Aunque no es nunca la situación atmosférica deseada, bien es cierto que el ambiente tétrico que ofrece una tarde nublada tiñe y da fuerza al conjunto escultórico del Traslado al Sepulcro.
Cerrando el misterio, María Santísima de Penas y Lágrimas, clama incansable al cielo por el hijo al que se llevan bajado de la cruz. El discípulo amado, sin éxito, es el que trata de consolar su dolor de madre. La imagen que da nombre a la cofradía, Santa Marta, llora sin lágrimas mientras sostiene los clavos del Cristo de la Caridad, imponente obra de tamaño natural salida de las manos expertas Antonio Eslava Rubio, quien realizó la mayoría del conjunto escultórico del misterio. Cuando el Cristo fallecido pasaba por el dintel de la capilla de Santa Marta era entonces la banda de cornetas y tambores del Santísimo Cristo del Amor y la Caridad la que anunciaba musicalmente que habría Miércoles Santo.
Minutos más tarde, era Madre de Dios del Patrocinio la que se disponía a abandonar su capilla, en esta ocasión mecida por los sones de la banda municipal de música Maestro Enrique Galán de Rota. El palio transparente de María Santísima era también recibido, como no podía ser de otra forma, entre aplausos por la valentía de la hermandad de poner los pasos en la calle.
Esta valentía se puso en duda a escasos tres cuartos de hora de la salida, cuando unas pocas gotas en la calle Justicia hacía debatir a la cofradía si darse la vuelta hacia la capilla de Santa Marta o refugiarse en el templo más cercano. Finalmente, tras el cesar del leve chispeo, la hermandad continuaba paso a San Juan hasta llegar a la Catedral. Con la amenaza de lluvia presente, la hermandad aceleró el paso de forma que llegó al barrio de San Mateo 45 minutos antes de lo previsto.
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