Los hermanos no arriesgaron
Martes Santo : La defensión
El riesgo de lluvia impide la salida de la Hermandad del Convento de Capuchinos.
COMO desgraciadamente viene más o menos a rezar el titular que leen ustedes más arriba, la lluvia, tan deseada y a la vez tan inoportuna en esta ocasión, ha dejado a Jerez sin una de sus más clásicas estampas de Martes Santo. A las seis de la tarde, la junta de gobierno de la Hermandad de la Defensión hacía oficial la decisión de no realizar estación de penitencia ante el aguacero que se preveía (a esa misma hora estaba diluviando en la siempre vecina y aún más premonitoria localidad de Sanlúcar) y las pocas perspectivas de mejora que había se iban diluyendo de cinco en cinco minutos. Cierto es que, al contrario que el Lunes Santo, la tarde fue empeorando por momentos. Quizá la reciente restauración del Crucificado de los cuatro clavos haya pesado lo suyo en la decisión tomada por el Cabildo de Oficiales. No es cuestión de exponer a un riesgo innecesario lo que tantos esfuerzos cuesta conservar.
Poca gente iba quedando a las puertas del cenobio capuchino de la calle Sevilla ante la imposiblidad de que saliera la cruz de Guía arbórea que tallara el recordado Paco Pinto a partir de las vigas del antiguo convento, con la reliquia del Lignum Crucis en un relicario de plata de ley obra del orfebre sevillano Jesús Domínguez.
El cortejo permanecía dentro del templo, tras la preceptiva celebración de la Eucaristía y la adoración al Santísimo, a la espera de acontecimientos, si bien los nazarenos comenzaron a abandonar el mismo de manera ordenada y silenciosa, tal y como mandan sus estatutos.
A su vez, el paso con el Cristo de los cuatro clavos, una vez finalizado el proceso de restauración llevado a cabo en el taller del sevillano Pedro Manzano y sobre un monte 3.000 tallos de iris morados, permanecía dentro de los sobrios muros de hormigón del convento capuchino. Martín Gómez, que se estrenaba al mando de esta cuadrilla tras dirigir el Lunes Santo como es tradicional a La Cena, no ha podido dirigir a los treinta y tres hombres que pueden ustedes figurarse como se encotraban con la desilusión propia del momento.
Estrenaba este año la cruz, en madera de pino, sobre la que va clavada la imagen del Señor de la Defensión, obra del ebanista Enrique González. Y, en el apartado musical, nos hemos quedado sin poder escuchar a la Banda de Cornetas y Tambores de la Centuria Romana de La Macarena, lo cual es siempre muy del gusto de los cofrades.
La hermosísima dolorosa tallada por Luis Álvarez Duarte, con un exquisito exorno floral a base de rosas color champagne, lilium, bouvardias y flor de cera, se quedó sin poder las calles de Jerez con su presencia. A la voz, un año más, de Manuel Jesús Elena, treinta costaleros iban a portar a la Señora de la O a los sones, un Martes Santo más, de la banda de música Ntra. Sra. de la Soledad de Cantillana.
Nos hemos quedado pues este año sin contemplar a la hermandad de La Defensión por las calles de nuestra ciudad con su carácter de cofradía sobria, penitencial, con tintes clásicos y castrenses, de arrolladora personalidad a pesar de su relativa juventud.
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