Diario de Pasión

"A unas manos atadas"

Y ese suspiro se convierte ahora en sacramento de amistad cuando el Lunes Santo nos llama a todos a citarnos con la Virgen de la Paz y el Señor de la Cena en San Marcos. Digo sacramento y digo bien y digo de amistad y también. Aunque esta se forjo mucho antes de 1998, hay un signo material que la hace visible a los ojos de mi amigo y a los míos y con eso nos basta. Serán con este Lunes Santo 17 años acompañándote, asido a tu corbata negra. Presumo de conocerte tal y como te muestras tras el telón, lejos de los halagos vacíos y del ruido de una Semana Santa que, a veces, no te deja oír, el entrañable sonido del ayer. Tras la máscara, tras la coraza, hay un ser tremendamente humano. Porque si no fuera así, sería imposible que las emociones eclosionaran como lo hacen delante de paso del Señor de la Cena entre correderas de naranjos y casas palaciegas…

Tras ese rostro fingido

a veces inanimado.

Tras esa piel que la vida

poco a poco ha macerado

con dramas casi imposibles

y vértigos inhumanos...

Tras esa mirada ausente

que en horizontes lejanos

busca gestos que sostengan

su leyenda y su calvario...

Tras el ego que se baña

en un mar de idolatrados,

tras las lenguas sibilinas

que no entienden de pecados...

Tras el fuego de sus ojos

y el telón de ese teatro

donde somos sólo histriones

sobre frágiles cadalsos....

Tras todo ello, hay un hombre

todo sueño inacabado

que estremece ante lo bello

y disfruta de lo amado.

Es frágil y temeroso

inseguro y solitario

aunque estos días lo cubran

con su pompa y su boato.

Allí se busca y encuentra

las huellas de aquellos pasos

que diera de capataz

a sus diecinueve años.

Y se siente tan feliz

que vuelve a ser el muchacho

al que temblaba la voz

cuando hablaba por la radio.

Aquel que llenó de dudas

a sus cofrades más sabios

que pensaban si podría

con tan altísimo encargo.

Y bien sabe Dios que pudo...

Con su genio y su trabajo

cambió de nuevo la historia

de aquellos hombres de abajo.

Con él todos aprendimos

el bendito sobresalto

de ese costero a costero

que se agarra a los costados.

Vimos la izquierda valiente

abrirse paso entre aplausos

y como la Tornería

se ponía bocabajo

viendo al Señor con su cáliz

bendiciendo los espacios.

Lunes Santo en las aceras,

Lunes Santo por los palcos

y en los antifaces rojos

de Jesús Sacramentado.

El tiempo se fue deprisa

y llegaron los abrazos

y las palabras bonitas

y los primeros halagos

y las primeras mentiras

de algunos cofrades malos.

Pero sé querido amigo

que tras tus brazos en alto,

tras tu pose y tus maneras

hay un niño entusiasmado

por entregarle al Señor

su corazón de cristiano.

Siempre fuiste así Martín

y así te sigo pensando

y así te sigo queriendo

con el paso de los años.

Por eso, si tu lo quieres,

aquí tienes mi regalo,

diecisiete primaveras

de este alfiler tan Gallardo

volverán a estar contigo

con su greca y su inciensario.

A cambio sólo te pido.

Te pido tan sólo a cambio

que me dejes ir contigo

y estar de nuevo a tu lado

con un suspiro en el alma

los dos unidos hermano

viendo salir a la Cena

por las puertas de San Marcos.

No puedo ocultar una gran emoción al hablarles de la Cena como tampoco puedo ocultarla cuando miro al Arco del duende, Santiago. Hay algo que me desarbola, que es superior a mí y que es difícil de explicar con palabras cuando veo a la Virgen del Desamparo o pasa por delante Jesús del Prendimiento. Si quieren saber lo que es la emoción pura mírenlo a la cara y déjense llevar. Él lo es todo, lo llena todo, todo lo puede. Quítenle música, nazarenos, las saetas, el olivo o las levantás al cielo. No importa, porque cuando estoy a su lado todo me sobra y nada me falta. Él, para mí, es la emoción con mayúsculas de nuestra Semana Santa...

Tarde de lunares rojos

bajo el Arco los flamencos

han llenado de jazmines

los corredores del viento.

Un pañolón de emociones

se les ha agarrado al cuello

como el abrazo de un niño

el día 5 de enero.

dos rubíes sus zapatos

brillan a fiesta y a nuevo

y un rumor de caracolas

son los rizos de sus pelos

Sus mujeres desmadejan

las luces de un sol postrero

para echárselas al hombro

como mantones de flecos.

El bronce de las campanas

se derrama por sus cuerpos

vestidos de enhorabuena

como en los grandes momentos...

La tarde vibra por fuera

como cuerdas de un salterio

que está tocando Morao

desde el alto firmamento.

Vibra la tarde por fuera

y está quemando por dentro

porque en la fragua del arte

los corazones morenos

ya han forjado cantes grandes

con su nombre "Prendimiento".

(Y)Un no se qué de alegría

inflama el pulso del tiempo

cuando asoma por la puerta

-gitano de cuerpo entero-

desbaratando las penas

de soleares y tientos.

Los costaleros dibujan

valientes saltos al cielo

y se traen de las alturas

el amor de un Padrenuestro.

La calle Ancha se estrecha

como el embudo del miedo

porque no caben más almas

que puedan ver su misterio.

A las aceras se asoma

-todo lirio y crisantemo-

el dolor de las saetas

por aquellos que se fueron.

Todo sangre y todo olivo

va cumpliendo ese Evangelio

de que el llanto es menos llanto

cuando viene El Prendimiento.

Por delante de su paso

rojiblancos nazarenos

van marcándole la senda

de un miércoles tan inmenso

que no cabe en mapas mundi

ni en el cosmos cofradiero.

En la Victoria de piedras

la Soledad con su duelo

le enseña un clavo de plata

con su nombre en el pañuelo

y el Señor de Santiago

-copla, bordón y requiebro-

quiere ser la seguiriya

de Manuel Soto Loreto.

Por-vera de la muralla

una cepa de oro viejo

ha recogido sus años

y le ha salido al encuentro

porque no hay mal que no sane

cuando llega el Prendimiento.

Y esta tierra que lo sabe

interioriza un te quiero

que en la garganta es un ole

de redondos limoneros.

Y así se van los instantes

y así pasan los momentos

y llegan las horas brujas

en 12 corceles negros.

La luna juega a la comba

con las cuerdas de este reo

que le dice a sus cabales

"hoy por ti mi sufrimiento...

Las mariposas del duende

se han posado en los costeros

y van llevando en volandas

la Pasión del Prendimiento

Entonces la noche tiene

la magia de lo esotérico

esa que no está en los libros

ni en los Nuevos Testamentos...

Hay que ponerse delante...

...Y sentirlo, comprenderlo

y dejar que su mirada

te parta en canal el pecho

porque sus ojos son puertas

abiertas al Universo

que le enseñan a Jerez

las verdades de su Reino.

Entonces, lo entiendes todo...

Tú eres suyo y Él es nuestro...

Y así caminamos juntos

bajo estrellas y luceros

abriendo como un Moisés

los mares del sentimiento.

Hay voces desde las sombras

que se escuchan a lo lejos

que dicen "que no hay tristeza

que no cure el Prendimiento".

La Giralda en San José

convoca a oración y rezos

que se escapan de los labios

con la paloma de un beso.

Las jacarandas moradas

le van alfombrando el suelo

de un Cedrón más jerezano

que todo el Cabildo Viejo.

Entre sorbos de aguardiente

las coplas piden deseos

que sólo pueden cumplirse

si lo quiere el Prendimiento.

Y es así que acaba todo,

cuando llega hasta su templo

calla la marcha en el aire

duerme la nube de incienso

y el gallo que cantará

las negaciones de Pedro.

Por dentro de la capilla

se hace un profundo silencio

de capirotes y capas. varas y respiraderos

mientras se queda a sus plantas

el amor de todo un pueblo

y Jerez se lleva a casa

para besar en sus sueños

esas dos manos atadas

de Jesús del Prendimiento.

No muy lejos de Santiago hay otro encuentro con las emociones puras porque puro y sin maquillaje es el dolor de la Soledad. Desde un 12 de abril de 2013 este que os habla no ha vuelto a ver a la Soledad con los mismos ojos. Encontrarse con Ella es dibujar la imagen de Antonio y recordar aquellos versos antológicos de "Por la Porvera camina"que dejó para la posteridad a sus pies. Él camina desde su muerte junto a Ella como un San Juan moreno con un pañuelo de romances en sus labios, siendo el único al que la Reina de la Victoria permite, estoy seguro, que llene de rosas el hueco de sus manos...

Como tu pena señora

no conozco ni una igual

ni que llore tan a solas

de San Telmo al Almendral.

Tu no quieres que te sigan,

-para bien o para mal-

son tus llantos sólo tuyos

y así los quieres llevar.

Por eso, vas en tu palio

con tu pena al natural

tal y como te la dieron

en la cruz junto a San Juan.

Sola vas sobre tu paso

¡Mírate que sola estás

como un alma sin morada!,

recorriendo la ciudad.

Tu no tienes más compaña

que ese clavo de metal

que se clava en tu memoria

como espina de un zarzal.

Y con él te marchas sóla

sóla tu, sóla sin más.

Es tu manto tan llorando

una mancha de humedad

que ni el Viernes Santo sabe

cómo se puede limpiar.

¡Ay, qué lástima de cara,

si es la flor del azafrán!

¡Le echaran mil cartas negras

a quién te hizo ese mal

dejando huérfano el trino

de la la Santa Trinidad!

¡Qué romano mala sombra,

qué poquita humanidad,

puso en tu mano ese duelo

que te hiere sin hablar!

Tu no escuchas ni los rezos

ni la voz del capataz

ni sientes al costalero

cómo en cada levantá

quiere llevarte a los cielos

para ver la eternidad.

Tu quieres una clausura

que Jerez no puede dar

porque le arden las entrañas

sólo con verte penar.

Por eso, por la Victoria

una luz sin estrenar

va encendiendo el presbiterio

de una dicha tan pascual

que en el coro de la iglesia

se oye un cántico coral

que es el rubio jubileo

de la corte celestial.

Por las naves de los templos

tiembla nervioso el misal

presintiendo ese domingo

tan celeste como el mar.

El monumento cofrade

mira ya a la Catedral

y es un corro de impaciencia

en la mesa del altar.

Por el Arroyo, el Obispo

en la casa episcopal

prepara las indulgencias

del santo Pontifical...

...Pero tus cinco sentidos

mandan a todos callar.

Te estás bebiendo unos llantos

que nadie quiere llorar.

La Porvera es una ojiva

de morado pasional

donde el cristo descendido

muerto viene y muerto está.

Entonces, visto y no visto

sobre una estrella fugaz

se te ha posado a las plantas

un ángel de celofán.

Un ángel color moreno,

flamenco a carta cabal,

cristiano como hubo pocos

por la santa cristiandad.

Un poeta y de los buenos

que te viene a consolar

antes que Semana Santa

se nos muera en la Piedad.

Él sí puede estar contigo

porque sabes la heredad

que te dejó con sus versos

cuando tuvo humanidad.

Por eso, se va a tu lado

romanceando un cantar

que ahora vuela en mis adentros

como un águila imperial...

(...¡Que eres la pena más guapa

que nadie ha visto jamás.

Guapa por fuera y por dentro,

por delante y por detrás!

¡Que se alegren los ciriales,

la molía y el varal!

¡Porque no hay pena más guapa

entre los hijos de Adán

ni llanto que llore tanto

como el tuyo, Soledad!)

Es la Soledad. Soledad de un Viernes Santo que en Jerez siempre tiene un nombre propio, el del Cristo de la Expiración. Más temprano que tarde habrá que ir a verlo y cuando eso suceda, nos daremos cuenta que hay un antes y un después en esta jornada de mantillas y corbatas negras.

Y es que con El Cristo de San Telmo llegan, pasan y se van muchas cosas, entre ellas, la misma historia de esta ciudad. Cuando El Cristo pasa ya nada, nada es lo mismo...

Cuando el Viernes Santo pase

con sus melenas El Cristo

tras la vela de su paso

ya nada será lo mismo...

No lo será La "Joyanca"

Cerrofuerte ni El Campillo

ni los Cernícalos cantes

que por Sancho Vizcaíno

resuenan a martinete

entre los vasos de vino.

Cuando el Viernes Santo pase

con sus melenas Dios mismo

ni la oración clausurada

ni los sagrarios vacíos

ni el Arenal sin arena

ni el monumento de Primo

serán ya lo que eran antes.

Bajo el imperio del Cristo

cederán su Aristocracia

las flores del señorío

y su románticas formas

los versos alejandrinos.

Cuando el Viernes Santo llegue

el mejor de los nacidos

navegando por la historia

en la barca de sus siglos...

Todo lo que conociste

para ti será distinto.

Lo será la Tornería

-ya sin tornos ni tornillos-

las palmeras de Cristina,

lo será Santo Domingo

Distintos los palilleos

y la realeza del himno

y las marchas de San Juan

y el metal de los platillos

y el naranjo en calle Larga

y el color de los suspiros

y el doblar de las campanas

y el saber del catecismo

y el luto de las mantillas

y la fe del descreído.

Porque cuando El Cristo pasa

cuando el Viernes pasa El Cristo

se rompe el velo en las botas,

salta en las jarras el vino

y se retuercen de gozo

los troncos de los olivos.

El Alcázar se convierte

a la fe del Cristianismo

mientras lloran los muecines

ese tesoro perdido.

Una brisa marinera

riza tus cincos sentidos

y te da la enhorabuena

con fulgores de Domingo.

Se viste de azul y blanco

la homilía del obispo,

el amor recién casado

y el oro de los anillos

y la nana primeriza

y las camas del asilo

y el blasón que va en la sangre

con tu nombre y apellidos.

Cuando pasa por delante

hace encaje de bolillos

con la pena vagabunda

con el hambre del mendigo

y con la tristeza toda

que se asoma a los abismos.

Él es el Cristo, El Cristo,

medio muerto, medio vivo,

el undibé de San Telmo,

el de los santos martirios,

el de los cantes gitanos,

entre morenos lebrillos,

el de las horquillas negras

y los pañuelos bonitos

que en los costados de bronce

llevan bordados sus hijos.

Cuando el Viernes Santo pase

con sus melenas El Cristo

recordad esto que os hablo,

no olvidéis esto que os digo,

tras la vela de su paso

ya nada será lo mismo

porque con Él se ha abierto

las puertas del Paraíso.

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