TV-Comunicación

Dando la nota europea

  • Desde la pancarta contra Franco en 1964 a la barretina de Jimmy Jump, medio siglo de encontronazos en Eurovisión.

Los hermanos argentinos TNT cierran la noche, por España, con Caracola, en aquellos escenarios de salas de fiesta y orquesta interminable de los primeros festivales de Eurovisión. Pajaritas, tupés y caras estiradas.  En la cita de Copenhague de 1964, sólo unos minutos antes, había aparecido un espontáneo con una pancarta que decía "Boicot contra Franco y Salazar", protestando por la presencia española y de Portugal en Eurovisión.  Los sonsonetes europeos fueron las primeras oportunidades a las que se asomaron las dictaduras ibéricas en igualdad con las democracias , sorteando el  menosprecio de los vecinos en otros ámbitos. Las noticias y conexiones de la red  Eurovisión fueron el primer resquicio por el que "el extranjero"  se coló en los hogares españoles y, a su vez, se fue exportando la imagen de un país que estaba llamado a tostar las blancuzcas espaldas del continente. El euro que nos devalúa la existencia tuvo su primera forma en  canciones de opereta.

El tipo de la pancarta no fue captado por las cámaras danesas, pero puso en guardia a la TVE franquista de la idoneidad de un bucle, de un retardo en las conexiones en directo, como se pondría en marcha poco después cuando Joseba Elósegui se quemó a lo bonzo delante de Franco en  un frontón.

La siguiente aparición espontánea por Eurovisión acaeció 46 años después, justo con España, pero ya sin cariz político. El patoso catalán Jimmy Jump se dejó caer durante la actuación de Daniel Diges, quien tuvo que repetir Algo pequeñito sin el tío de la barretina.

Dos años antes España había mandado su primer representante premeditadamente frikie con Roberto Chikilicuatre, personaje surgido de Buenafuente, y elegido por aclamación y cachondeo popular. Si vemos el vestido de Lydia, que además quedó última en 1999; la coreografía de Micky en 1977 y algunos pespuntes de Peret en 1974, dar la nota en Eurovisión ha estado al alcance español en muchas otras ocasiones. Hemos mandado delegaciones un tanto lamentables, como los temillas de Las Ketchup o de Antonio Carbonell.

De forma involuntaria las Azúcar Moreno en 1990 tuvieron que reiniciar en Zagreb su Bandido por un mal arranque de la música en play back; a Remedios Amaya, en 1983, se le sugirió aparecer descalza (uno de los tres ceros de nuestra historia, junto a Conchita Bautista, en 1965, y Víctor Balaguer, 1962). Y, de lo más osado, Él, la canción con sones de tango argentino que Lucía entonó en Harrogate, en el corazón del Reino Unido, en plena guerra de las Malvinas. Habría que recordárselo a la Kirchner.

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