Semblanza documental

Manuel Summers, el recuperado cineasta irreverente

El cinesta Manuel Summers en el rodaje de 'La niña de luto0' en La Palma del Condado en 1964

El cinesta Manuel Summers en el rodaje de 'La niña de luto0' en La Palma del Condado en 1964

El realizador e investigador Miguel Olid recordaba un primer encuentro con Manuel Summers en el festival de Infancia y Juventud de Gijón en 1987, cuando se presentaba Sufre mamón, pitorreo a mayor gloria de los Hombres G, formación musical que ha pervivido con los años, encabezada por el hijo del cineasta, David Summers.
En aquel momento el director sevillano que había venido sorteando censuras y sobre todo detractores, no le iba a interesar a un joven andaluz con tantas inquietudes cinéfilas. Pero con los años, al rescatar aquella breve entrevista en casete, Olid se encontró con un buen tipo, mucho más amable e implicado con él de lo que recordaba. El reencuentro le invitó, o más bien le incitó, a ir levantando una semblanza que pusiera a Summers en su sitio en la historia del cine español. Por estilo, audacia. Con sus aciertos y osadías, luces, sombras, críticas, y con sus errores y complacencias. De ahí surgió el documental Summers, el rebelde, que estrena este sábado en abierto Andalucía Televisión, a las 22.55. También podrá verse en la plataforma Canal Sur Más.
Miguel Olid, creador de 'Summers, el rebelde' Miguel Olid, creador de 'Summers, el rebelde'

Miguel Olid, creador de 'Summers, el rebelde' / Juan Carlos Muñoz

"Summers era independiente y libre, un ácrata. Él decía: no me gusta nada la izquierda, ni la derecha, ni el centro. Se burlaba del autoritarismo", describe el autor de este documental de hora y media. Esa burla constante contra la autoridad religiosa, presente en sus películas antes y después de la dictadura, le trajo antipatías, pero también sus agudas viñetas contra los distintos regímenes políticos. El entorno intelectual y mediático del felipismo lo condenó técnicamente al ostracismo.
Pero ya había recibido el azote de la censura franquista durante casi dos decenios.  "Decidí empezar por la censura y cuando veo los expedientes llego a la conclusión que había una summersfobia. De no interesarme y tener prejuicios sobre él, pasó a sorprenderme completamente", retrata Olid.  Una censora eclesiástica veía fantasmas heréticos en cada fotograma. En su debut en el largometraje, La niña de luto, el subtexto superaba el lápiz de los censores, como sucedía en otros títulos aún más comerciales cuando la dictadura empezó a apretar en su agonía, como sucedió con Adiós, cigüeña, adiós (1972). "Marcó a los adolescentes españoles de entonces, pero también en Venezuela o en Argentina. En Colombia recaudó más que en España", remarca el autor de un documental donde el cineasta sevillana se dibuja también en su vida personal y familiar. La influencia de su severo le espoleó en su creatividad. Así sucedió a su vez con su hijo David.
Entre las obras ya en los años 80, donde la irregularidad se apodera entre las facilonas películas de cámara oculta y fallidos proyectos como La Biblia en pasta, Summers creó una película autobiográfica que enlazaba con las vivencias infantiles de Del rosa al amarillo, Me hace falta un bigote. "Es una película maldita que apenas se ha visto. Habla de sí mismo, aparece su hijo David con el grupo", resalta Olid para animar a visionarla. "Con Juguetes rotos, tan valiosa, se arruina  y juró que nunca más iba a arruinarse y lo incumplió con Me hace falta un bigote".
Su mayor fiasco en los 80,  Ángeles gordos, rodada en Estados Unidos, también tuvo que lidiar con problemas añadidas. "Es una película bonita. Tuvo mala suerte, con la maldita casualidad que se  estrenó en la Gran Vía justo cuando a Tejero le da por entrar en el Congreso de los Diputados. Fue un desastre. Y la mala parta sigue en Barcelona, que se estrena en pleno secuestro del Banco Central", evoca con ironía el autor de Summers, el rebelde. 1981 fue un año duro.
En el documental también se rescata el chiste de Garci, cuando promocionaba la oscarizada Volver a empezar, y Summers viene de reencontrarse con la taquilla con Too er mundo e güeno. Aquello fue en el Bla, bla, bla, de Jesús María Amilibia, protohistoria de los programas del corazón.
David Summers, hijo del cineasta y humorista gráfico, en una imagen del documental. David Summers, hijo del cineasta y humorista gráfico, en una imagen del documental.

David Summers, hijo del cineasta y humorista gráfico, en una imagen del documental.

Un título que se engrandece con los años es La niña de luto. "El crítico Rafael Utrera dijo que es al cine lo que La casa de Bernarda Alba en el teatro". Si Summers fue ahí heredero de Lorca, fue a su vez profeta de Jesús Quintero y con Juanito de Tarifa junto al río Tinto adelantando el mundo de los ratones coloraos y avisando de lo que Tomás Summers, hermano guionista del cineasta, llevaría a televisión con Chiquito  y otros fenómenos del humor. Otro hermano televisivo, Guillermo Summers, hace carcajear con las vivencias para rodar junto a Manuel, tan recordado como olvidado.
"No hay una calle en Sevilla que recuerde a Manuel Summers", insiste en su lamento Miguel Olid. Para los que se asomen esta noche (22.55) a Andalucía Televisión se darán cuenta de que se lo merece.

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