Toros

Puerta Grande menor para Colombo y serio percance de Pinar en el cierre de San Fermín

Momento de la cogida a Rubén Pinar.

Momento de la cogida a Rubén Pinar. / EFE

Los Sanfermines de 2023 se cerraron este viernes en Pamplona mostrando las dos caras de la fiesta, con el serio percance -en principio, de no alarmantes consecuencias- sufrido por Rubén Pinar y el triunfo, en tono menor, del venezolano Jesús Enrique Colombo, que salió a hombros tras desorejar a dos toros de un muy voluminoso y desrazado encierro de Miura.

Antes de que las peñas entonaran el lastimero cántico del Pobre de mí, Colombo atravesaba en volandas el túnel de la Puerta del Encierro, como remate feliz de una corrida que se abrió con una tremenda conmoción: la de la aparatosa cogida sufrida por Rubén Pinar cuando saludaba al que abría plaza con una larga cambiada de rodillas.

Después de que el voluminoso ejemplar le pisara el tobillo derecho en el lance, el torero de Albacete quedó trabado en el suelo, a merced de un "miura" que, al revolverse, lo levantó por los aires y lo dejó caer a plomo cabeza abajo.

La imagen del torero inconsciente sobre la arena acalló todos los ruidos de esta plaza tumultuosa. Sobre el papel, tras la conmoción cerebral y una pasajera amnesia, el diestro pareció recuperarse, pero los médicos decidieron su traslado al hospital para hacerle nuevos estudios que descartaran mayores lesiones que el politraumatismo.

Así que, con Pinar fuera de combate, la siempre aparatosa corrida que la legendaria divisa lleva a Pamplona fue lidiada mano a mano por dos jóvenes espadas sin apenas experiencia en estos trances, pero ambos solventaron con cierta solvencia la papeleta de una mayoría de toros muy desrazados y que se defendieron a cabezazos constantes, aunque sin suficientes energías como para plantear mas dificultades.

Dos de ellos tuvieron cierta nobleza y prontitud, aun acudiendo a los engaños sin gran celo, y fueron los que Colombo lidió en cuarto y sexto lugar. Antes, a su primero, que lidió en segundo lugar al correrse los turnos, el venezolano le cortó una oreja por una faena bullidora y animosa, tanto en el recibo de capa, como en quites o en un tercio de banderillas más espectacular que ajustado, sin dejar de hacer guiños a las peñas que le jaleaban.

Ya con la muleta, bulló menos Colombo, pasando sin brillantez y solo con algún desplante como adorno, a un toro de escasas fuerzas y medias arrancadas, pero justificándose lo suficiente como para llevarse ese primer trofeo que le abría media hoja de la puerta grande.

La otra no se movió hasta el sexto turno, en tanto que al altísimo cuarto, que se desplazó algo más que los anteriores, lo pasó sin apreturas ni fe mientras la plaza daba cuenta de la última merienda. Así que todo quedaba para el último, un enorme toro cárdeno oscuro que fue el más manejable y pacífico del encierro.

Después de una larga cambiada y un vistoso quite por zapopinas, a Colombo le faltó ponerle un punto, o más, de fibra y decisión al asunto para haber aprovechado con más intensidad las arrancadas pajunas de un toro que, por eso mismo, amenazó con desbordarle en varios momentos. Pero como la estocada tuvo un rápido efecto, cayó esa segunda oreja, del mismo valor de tantas otras de esta feria.

En cambio, al francés Juan Leal no le dieron la del tercero porque no hubo petición en los tendidos de sol, pero que hubiera sido mucho más merecida que algunas otras que se concedieron por mucho menos, ya que el joven espada, que también se fue a portagayola, se había desempeñado con una decidida habilidad ante un "miura" que se defendió con brusquedad.

Y en ese mismo tono estuvo con el que mató por Pinar en primer lugar, que tuvo un cansino comportamiento, solo alterado cuando se le exigía un mínimo esfuerzo, más o menos igual que el caballuno quinto, otro toro sin voluntad alguna de desplazarse tras los engaños y con el que Leal supo en todo momento quitarse y ponerse a tiempo.

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