Rafaelillo sufre una cornada grave en la plaza de Quito
El torero murciano resulta herido en el muslo izquierdo por un toro del hierro de Peñas Blancas. El rejoneador Andy Cartagena corta dos orejas y Samper, sin suerte
GANADERÍA: Tres toros de Peñas Blancas y tres de Santa Coloma Internacional (2º, 5º y 6º), para rejones los lidiados en 2º y 4º lugares. Desiguales y manejables los primeros, y en tipo, bajos de raza y complicados los otros TOREROS: Andy Cartagena, oreja en ambos. Rafael Rubio Rafaelillo, que confirmó la alternativa, ovación y herido por el 5º. Álvaro Samper, ovación y silencio tras tres avisos en el que mató por Rafaelillo y silencio. INCIDENCIAS: Plaza de Iñaquito. Tres cuartos de entrada. Rafaelillo confirmó con el toro Cigala, nº 76, negro, de Peñas Blancas
Fue una extraña corrida, con un orden de lidia confuso y un ritmo cambiante, no sólo por la alternancia del rejoneo y el toreo a pie sino por los muy distintos planteamientos técnicos a que obligó la presencia de toros de dos encastes muy distintos, el de Domecq, de Peñas Blancas, y el de Santa Coloma. Y una corrida que terminó con el agrio sabor de la fuerte cornada sufrida por Rafaelillo y los tres avisos, legales pero injustos, que escuchó el torero local Álvaro Samper
El triunfo del jinete alicantino vino dado por la amplia gama de recursos que empleó para solventar las complicaciones de sus dos toros, uno de Santa Coloma que no humilló y cortó las embestidas y otro de Peñas Blancas, feo y pezuñón como un camello viejo. Andy puso en práctica todo su oficio y logró sacar en claro, con una gran habilidad y sentido del espectáculo, mucho más de lo que le ofrecieron ambos.
La corrida se abrió con la confirmación de alternativa en Ecuador del murciano Rafaelillo, que con ese toro de Peñas Blancas, zancudo, flacón y alto, dio una lección magistral de temple.
Esta vez su muleta no fue el látigo de siete colas que debe emplear con las corridas duras sino un hilo de seda con que ayudó primero a asentarse a su endeble enemigo y luego a hacerle sacar su buen fondo, en una faena medida y exacta en la que supo mezclar técnica y estética para lograr muletazos de mucha calidad. De haberlo matado bien, se hubiera apuntado un notable triunfo en Quito.
Por eso mismo salió a arreado con el quinto, al que abrió faena con las dos rodillas en tierra. Fue éste un "santacoloma" engatillado y con un astifinísimo pitón derecho que usó como una certera daga para ahondar muy profundamente en las carnes de Rafaelillo, en cuanto éste se levantó del suelo. Desde el primer momento se tuvo la sensación de que la cornada era muy fuerte.
Con el español en la enfermería se hizo cargo de la situación Álvaro Samper, que pasó demasiados apuros con espada y verduguillo. Con el toro tapándose y a la huida, sonaron tres avisos, a todas luces injustos para el esforzado ecuatoriano. Antes y después, Samper dejó ver su buen oficio con un lote complicado.
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