Una presentación horrible

El aficionado azulino que esperara con expectación a conocer a sus nuevos jugadores en el partido de ayer, se llevaría una nefasta impresión. Y si había interés por ver a Íñigo Vélez, habrá que darle una segunda oportunidad porque contra el Guadalajara no tuvo su día. Eso, por ser benévolos.

El primer tiempo de Íñigo Vélez no fue nada bueno. El delantero lo intentó en todo momento, pero no pudo superar a su par, David Fernández, y tampoco se entendió con José Mari en las ocasiones en las que ambos intentaron combinar.

Corre el riesgo el espigado atacante azulino de ser el típico jugador que termina cayendo mal a sus aficionados porque su trabajo no es entendido por la mayoría. Y menos, cuando se trata de un jugador de área. Si no hace goles y si no tira a portería al menos, está condenado a llevarse la bronca del respetable.

Sus compañeros hablan y no paran de las cualidades de Vélez, un futbolista que nunca se ha caracterizado por ser un goleador de los que pasan de la cifra de diez tantos con solvencia, pero que debe aportar al Xerez lo que no hay en la plantilla, que es juego de espaldas y mantener la pelota, algo fundamental en un equipo que confía en la llegada de sus jugadores de segunda línea.

Enfrente tenía a David Fernández, un jugador al que ahora, con 26 años, le llega la ocasión de debutar en Segunda División, después de haber pasado por equipos como el Rayo Vallecano B y el Atlético de Madrid B. Con el juego previsible de los azulinos en el primer periodo no tuvo ningún problema para solventar su trabajo, ya que bastaba con tirar la línea en el fuera de juego y aguantar el cuerpo a cuerpo a Vélez.

Tampoco estaba nada fino José Mari. Algunos dirán que esto se veía venir por haber sido esta semana noticia en las revistas de corazón por un supuesto nosequé con nosequién, algo que debe quedar en un segundo plano para un profesional de su categoría.

Y con el paso de los minutos la cosa no fue a mejor, ni mucho menos. El vitoriano no dio una a derechas y no sólo no pilló ni un balón aéreo, donde debería imponer sus muchos centímetros, sino que tampoco fue efectivo por bajo. Todo era muy previsible y con demasiada lentitud, según iba avanzando el partido.

Para el Guadalajara, para sus laterales y centrales, fue el partido soñado porque el Xerez no inquietaba con desmarques inteligentes ni con triangulaciones veloces. Todo era a cámara lenta o demasiado precipitado, sin término medio. Así, David Fernández y Jorge vivieron una tarde plácida en la que su portero, Saizar, no tuvo que detener ni un solo balón.

Vélez no dejó contento a nadie y tendrá que poner de su parte para cambiar los pitos por aplausos de una afición con poca paciencia. Y no es que no lo intentara ayer, pero se espera más de un delantero que tiene que convivir con la alargada sombra de gente como Bermejo o Antoñito. ¿Cualquier tiempo pasado fue mejor?