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La fiesta acaba a guantazos

El lanzamiento de una bengala enciende la mecha de unos incidentes lamentables entre aficionados de ambos clubes. Ni Guardia Civil ni Policía Local para poner orden en unas gradas con más de 1.000 personas. Samuel Luque suspende el partido en el minuto 73

La fiesta acaba a guantazos
D. Sánchez

Jerez, 24 de marzo 2014 - 07:49

La irracionalidad, la ausencia de sentido común, la visceralidad, el poco seso y todos los apelativos que ustedes quieran se dieron la mano ayer en el Antonio Barbadillo de Ubrique para que lo que durante 73 minutos fue una fiesta del fútbol acabara a tortazo limpio entre las ¿aficiones? del Ubrique y del Xerez Deportivo FC. Lo de ayer en el Barbadillo no tiene nada que ver con el fútbol, fue un ejercicio de barbarie en toda regla y ambos clubes deberían hacer autocrítica y tomar medidas para que no vuelvan a suceder episodios como los que ayer sucedieron en Ubrique.

Una bengala lanzada al campo desde la zona en la que estaban los aficionados azulinos en el minuto 73’ precipitó unos acontecimientos que tienen difícil explicación. El artefacto prendió en el césped sintético -que en teoría debe ser ignífugo-, un aficionado xerecista saltó al campo y logró apagarlo pero entonces otro del equipo local también saltó para censurarle la acción. A su vez, otro aficionado del Ubrique llegó hasta la zona en la que se ubicaron los visitantes a recriminar el lanzamiento de la bengala y se lió. A partir de ahí, cada uno tomó su bandera para defender una mala causa, hubo empujones, puñetazos, lanzamientos de todo tipo de objetos, agresiones... Y sin una pareja de la Guardia Civil o de la Policía Local a la que echar mano.

En un primer momento, los jugadores del Xerez DFC intentaron poner paz con sus propios aficionados -Quirós incluso trepó la valla- pidiendo tranquilidad pero aquello se había ido totalmente de las manos. Los aficionados locales saltaron al terreno de juego huyendo de los golpes mientras que los del Xerez DFC se quedaron en su zona y el árbitro suspendió el encuentro hasta que no llegasen las Fuerzas de Orden Público.

Con unas 1.200 personas en las gradas -1.500 según el alcalde Manolo Toro, quien no quiso hacer declaraciones- llama poderosamente la atención que no hubiera ninguna dotación de la Guardia Civil o de la Policía Local de Ubrique dentro del estadio. Sin duda, una falta de previsión gravísima por parte de la directiva local -al no contar con seguridad privada- y de las propias autoridades, rayando la negligencia.

La Guardia Civil se personó con cuatro efectivos (la Policía Local con dos) que ante la avalancha de público no pudo asegurar la seguridad de los jugadores y del trío arbitral, por lo que el linense Luque Ramón decidió dar el partido por suspendido y ni siquiera llegó a entregar el acta del encuentro a los dos delegados.

Fuera, los incidentes siguieron su curso, hubo lanzamientos de piedras y objetos hasta que pasados los minutos se tranquilizaron las cosas, saldándose la escena con un aficionado local herido que fue evacuado en ambulancia.

El autobús del Xerez DFC y los de los aficionados xerecistas fue escoltado mientras unos 60 aficionados del Ubrique seguían en los aledaños del campo, más calmados gracias a la intervención de la Policía Local.

Ahora habrá que ver qué decisión toma el Comité de Competición. A buen seguro que una buena multa no hay quien se la quite a ambos clubes y también tendrá que dictaminar si los 17 minutos restantes se tienen que disputar a puerta cerrada y en el mismo escenario, un Antonio Barbadillo que es una ratonera al ser un campo que sólo tiene una vía de entrada.

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