Jerez

Villapaná

  • La zona no restaurada de Villapanés o 'casa grande' soporta el paso del tiempo dejada caer sobre hileras de puntales

  • Sin proyecto de uso a la vista, el Ayuntamiento sólo asume por ahora su consolidación

Llueve dentro de Villapanés. Hace frío. Da miedo. El palacio deja caer su peso sobre hileras de puntales que soportan tanta carga histórica. La apodada 'casa grande', donde hoy sólo habitan ortigas, gatos y bichejos tipo pulgas y termitas, muestra un cartel en una de sus puertas que anuncia, desde hace más de una década, la proyección allí del centro cultural Ramón de Cala. Nunca se hizo. Unos gruesos y relucientes candados unen dos paneles de metal de color verde a modo de puerta. El interior amenaza ruina. Las gotas de agua componen una sintonía de lamentos. Le ponen voz a las paredes, los forjados, las vigas, los suelos... de un edificio que nunca pretendió ser lo que es. Su interior es triste y salvaje a la vez. Guarda un importante patrimonio, como la propia estructura en sí, la yesería y la pintura mural, algo que es único, sobre todo, en la espectacular escalera y en los salones nobles de la primera planta. Frescos que se conservan en muy mal estado aunque dejan intuir lo que fueron. El mármol rojo de columnas y escaleras, mordido por el tiempo, ha perdido ya su consistencia. Se cae a trozos.

Es uno "de los más notables ejemplos de arquitectura civil del siglo XVIII existentes en la ciudad. Fue además lugar de difusión de las ideas ilustradas en Jerez con la Sociedad Económica del Amigos del País y albergó en su interior la célebre biblioteca que fue en su día del marqués de la Cañada", apuntan los historiadores Pablo Pomar y Miguel A. Mariscal en 'Jerez, artística y monumental' (Sílex). Una biblioteca pública abierta a todo el que la necesitase (llegó a tener 11.000 volúmenes) y es que uno de los propietarios de la casa, Miguel María Panés y Pabón, segundo poseedor del titulo de marqués de Villa-Panés, "desde su juventud mostró una especial inclinación por la actividad intelectual y preocupación por el desarrollo de la educación entre las clases menos favorecidas de la ciudad", relata el director de la Biblioteca y Archivo Municipal, Ramón Clavijo.

La construcción se realiza en dos partes, la más antigua es conocida como 'la casa grande' y tiene su fachada hacia la calle Empedrada; la más nueva es denominada 'la casa chica' y tiene su fachada a la calle Cerro Fuerte y Cruz Vieja, que es la que está restaurada aunque sin uso. Los propietarios eran una familia de origen genovés, los Panés, que primero se instalan en Cádiz y después en Jerez. Pasan del comercio marítimo a tener tierras y a explotarlas. Cuando los franceses invaden España, regresan a Génova y mandan todas sus pertenencias en barco. La nave se hunde y con ella la valiosa biblioteca. Hay que destacar que a esta propiedad unieron la casa que está en calle Cazón (en la que se dice que nació Chacón pero que no es así) que hacía las funciones de granero, bodega y caballerizas del palacio.

Tras la marcha de los propietarios, el monumento se transforma en casa de vecinos, siendo aún ellos los dueños. Empieza el declive. También se instaló allí la sección montada de la Guardia Civil, sobre los años 30 del siglo XX, que hizo del palacio su cortijo, que cargó de múltiples habitaciones y no dudó en dejar su huella (GC) en unas inmensas siglas en el frente de la bella escalera. Fueron los últimos inquilinos. De hecho, aún se conservan muchos de los abrevaderos de las bestias y parte de los calabozos. También se cuenta que fue una fábrica de anís, de cerveza, un prostíbulo..., hasta una emisora de radio dicen las leyendas urbanas. Un palacio para todos los usos y en el que todos ellos convivían en paz. Cartones de huevo a modo de insonorización en una de las habitaciones ponen el punto bizarro a la visita. En los años 90 del siglo pasado se vende al Ayuntamiento, que recupera la 'casa chica', a la que se le dio varios usos, y mantiene en pie 'la grande'.

El patio principal luce elementos del Barroco tardío, que se fueron añadiendo con el tiempo. Su extraña fisonomía no concuerda con la gran escalera, lo más espectacular del edificio, que se sale incluso de escala en relación al resto del monumento. Ciertamente, es imponente. Cuelga sobre ella una red que recoge todo lo que se va cayendo de la bóveda profusamente decorada. Aquí las pinturas se conservan mejor entre el polvo, el silencio y la oscuridad. Lo último que se ha desprendido es un floripondio. Imposible subir. El deplorable estado no invita. Durante todo el paseo parece que hay alguien que vigila nuestra 'intrusión'. Es una sensación un poco fantasmagórica. "Es una casa construida de forma extraña a la que se van añadiendo metros y cuya reforma posterior parece que queda inconclusa", añade el historiador Manuel Romero Bejarano.

El delegado de Cultura, Francisco Camas, junto a una serie de técnicos municipales y arquitectos, hace de guía del palacio. "Aquí lo que está proyectado es seguir limpiando y consolidando para que no se siga deteriorando el edificio, hasta que no se decida un uso definitivo". Hay que recordar que en el año 2016 se realizaron trabajos de consolidación estructural que tenían como objetivo principal "frenar el deterioro progresivo de la edificación y garantizar la seguridad mediante una serie de actuaciones de refuerzo y reforma de los elementos más dañados". La actuación permitió "salvar todo lo salvable" del patrimonio existente en el palacio, que se encontraba en situación de "ruina técnica". Limpiar escombros, retirar las estructuras que estaban colapsadas y a punto de caerse y reforzar las partes que se pudieron mantener, además de cubrir las zonas que quedaron a la intemperie con cubiertas de chapa para que la humedad no siguiera calando en los muros. Confirman desde el Ayuntamiento que sí hay zonas del palacio que están "justitas en consolidación, a las que no se llegó porque no había mucho dinero". Y respecto a la plaga de termitas, explican que San Miguel es uno de sus lugares favoritos para instalarse. Calculan que para la recuperación total de Villapanés se necesitaría "una inversión bestial. Sería ideal para un centro administrativo, un hotel...".

Del palacio se cuentan historias como que tiene un túnel que lleva hasta la Cartuja. Camas, por ejemplo, describe perfectamente cómo era la habitación a modo de garita del entonces cuartel de la Guardia Civil. Ahora, unos puntales hacen fuerza contra una de las entradas a modo de mástiles para evitar el acceso a personas ajenas.

Dicen historiadores que la restauración de 'la casa chica' "no se pudo hacer peor. Fue en época de Pacheco y se cargaron todo lo que había dentro. Hicieron un edificio nuevo. Lo único que se conserva son los muros de fuera y un despacho que es donde se encontraba el Defensor del Ciudadano. Ahora no hay nada. Ahora 'la casa grande' es nada y la otra es menos". Para la zona que sí está restaurada, la 'casa chica', Camas adelanta que se quiere abrir "en breve" de nuevo con motivo de la Unidad del Flamenco. "Villapanés es el ejemplo más grave que tenemos de patrimonio en ruinas, al igual que Riquelme, aunque en menor medida". Palacio que podría ser el sueño de rehabilitación de un arquitecto "o la pesadilla", dice Ramón González de la Peña.

Se acaba la ruta. Un rosario cuelga de una puntilla junto a la puerta de salida. ¿Qué hace allí? Alguien reza todavía por que aquello no se hunda como se perdió el barco con la biblioteca del marqués.

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