Andalucía

Cs y PP negocian entre recelos

  • Trabajan sobre un Gobierno paritario de seis a seis, un presidente azul en la Junta y una naranja en el Parlamento

  • Rivera tilda de populista a Vox y señala que Moreno puede estar hipotecado por los casos Gürtel o Kitchen

  • Sin el apoyo efectivo de Santiago Abascal no habría ni nuevo presidente ni Presupuestos autonómicos

Albert Rivera y  Juan Marín, en un acto reciente en Sevilla.

Albert Rivera y Juan Marín, en un acto reciente en Sevilla. / José Ángel García

Si se tuviera que elegir una imagen para representar estos primeros días de negociación para el cambio político en la Junta, se diría que hay demasiadas manos intentando mojar pan del mismo plato. Y no es que la vasija sea pequeña, el presupuesto andaluz es de 32.000 millones y hay casi un millar de puestos de trabajo para cubrir entre cargos públicos y eventuales. Pero hay muchos actores y algunos codazos. Tanto ruido que el PSOE andaluz aún conserva la esperanza de perder la Junta, pero no la casa.

Cs y Vox se repelen, y Albert Rivera confía aún en que Susana Díaz le facilite el mal trago con una abstención al presidente del cambio en la investidura. Rivera ha tachado a Vox de populista y sostuvo el viernes en Sevilla que Juanma Moreno, el probable nuevo presidente, estaba hipotecado para el futuro si salía salpicado por el caso Gürtel o el Kitchen. Este último se centra en el pago con fondos de Interior a delincuentes y espías para robar los papeles de Bárcenas en el domicilio del ex tesorero del PP, con el objetivo de destruirlos. Con avisos de este tipo, es difícil confiar en la durabilidad de un Gobierno para los próximos cuatro años.

Comencemos por los actores. En esa mesa virtual, la de los sopones, están sentados Juanma Moreno y Juan Marín, candidatos del PP y de Cs, cada uno con su propia ambición; Rivera y Casado, que son de los mismos partidos pero los tutelan, digamos que Andalucía es muy importante para ellos, pero su prioridad es la victoria nacional, y por último están Vox y Francisco Serrano, que se han rebelado contra el papel de convidado inanimado que se les iba a asignar.

¿Y Maroto?, se preguntaban periodistas y parlamentarios de Cs el pasado martes. ¿Qué hace Javier Maroto sentado en la mesa de negociación andaluza si ya está Teodoro García Egea, secretario general del PP? ¿Será que Génova no quería que se sentase Elías Bendodo, verdadero negociador y mano derecha de Moreno? Casado no se ha rendido al morenismo, no se ha tragado la victoria de la que Moreno va alardeando.

Una fuente del PP reconoce cierto pesimismo, mientras otra de Cs explica que es complicado llegar al acuerdo "con un PP histérico y un PSOE en estado de pánico". De momento, en las últimas horas los socialistas andaluces han comenzado a respirar, hay un finísimo hilo de luz o eso es lo que creen ver en la rebelión de Vox contra su apartamiento y las críticas cruzadas con Rivera.sin autocrítica en el pp-a

El PP-A no ha hecho autocrítica, pero su debacle ha sido tan sideral que sólo ha podido soslayarla gracias a un golpe de suerte de las mismas dimensiones. Tras una campaña errática y muy criticada en lo interno, Moreno puede ser el presidente de la Junta, pero con siete escaños menos y 300.000 votos perdidos en tres años y medio. Si no fuese por Vox, Cs habría adelantado al PP. Y eso pesa: Génova no va a dejar de velar por el acuerdo y no se abstendrá de reformular el partido en Andalucía de abajo a arriba. Casado está dispuesto a que Moreno cuente en su Gobierno con algunos de los más suyos, pero de los seis que entren, más de la mitad serán de confianza de Génova.

Si entra Bendodo, el más hábil del morenismo, puede que desplace a Dolores López, la secretaria general del PP-A, que se quedaría como portavoz y referente popular en el Parlamento. Casado tendrá que contar con el cordobés José Antonio Nieto, y a partir de ahí entrarán en juego casadistas de primera hornada como Esperanza Oña y el malagueño Miguel Ángel Ruiz. Y la ex ministra Fátima Báñez, si accede. más febrero que enero

Pero para los nombres aún quedan semanas. Una fuente de Cs explica a este medio que es posible que el acuerdo no esté cerrado del todo el 27 de diciembre, cuando se constituya el Parlamento. Si el PP desea que el presidente de la Junta esté elegido a mediados de enero, los naranjas miran más a febrero. Y esto inquieta en el equipo del PP. Es posible que mañana no se haya producido el acuerdo programático, hay algunas medidas de regeneración democrática que los populares no aceptan. Son las relativas a posibles imputaciones de los cargos públicos.

De momento, los equipos liderados por Bendodo y Marta Bosquet, posible presidenta del Parlamento, negocian el programa para cuatro años. No será un acuerdo de investidura ni de estabilidad, sino una calendarización de leyes y medidas. La primera, la supresión del impuesto de Sucesiones.

Algunos fontaneros del PP trabajan ya en un objetivo común de los tres partidos: la auditoría del sector público andaluz. Hay 93 entes entre agencias, consorcios, fundaciones y sociedades mercantiles, con presupuestos poco conocidos y con un número incierto de eventuales contratados. Esta fase de acuerdos programáticos no va a ser la más complicada. Desde mañana, los equipos hablarán del reparto de cargos, que se haría sobre una presidencia para Moreno, la vicepresidencia para Marín y seis consejerías por cada partido, incluida la que dirija el sanluqueño.

La presidencia del Parlamento sería de Cs (Marta Bosquet) y este partido también tendría el liderazgo del consejo de administración de RTVA, la empresa de Canal Sur. Mañana habrá una primera escenificación del pacto. El PP desea quedarse con las consejerías económicas y la de sanidad, aunque ésta es la aspiración de Cs. Los naranjas no van a caer en la tentación de contentase con Turismo, muy vistosa, pero que sólo fue un caramelo inútil en manos del PA e IU cuando ambos negociaron con el PSOE.un acuerdo con el psoe

Rivera no ha desechado la idea de que el PSOE pudiese apoyar al Gobierno del cambio con una abstención. Su argumento es que, de este modo, Vox quedaría fuera de los acuerdos y recuerda que su partido apoyó la pasada investidura de Susana Díaz. El viernes pasado, el catalán recordó cómo la socialista fue la impulsora de la abstención que desbloqueó la investidura de Rajoy. Ahora le estaría solicitando el mismo esfuerzo.

Pero es muy distinto: en esa ocasión el sacrificado fue Pedro Sánchez; ahora, es ella misma. La estrategia no deja de provocar cierto ánimo en el PSOE y una enorme inquietud en el PP, que temen que Rivera pueda ofrecerles a los socialistas un acuerdo para repartirse la Mesa del Parlamento sin necesidad de acudir a Vox.Éste es el mayor riesgo. Fuentes socialistas no esconden un pequeño éxito: haber sacado a Vox de su supuesto papel de convidado de piedra. Abascal ha solicitado un puesto en la Mesa y la entrada en una mesa de negociación, aunque sea posterior a la inicial.

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