El PSOE activa el plan B con el PP pero tendrá que esperar al 24-M

Mario Jiménez y Carlos Rojas retoman las reuniones entre los dos grandes partidos. Albert Rivera exige desde el 'Parlament' que se ponga "hora y fecha" a la dimisión de Chaves.

Juan M. Marqués Perales

06 de mayo 2015 - 16:37

Sevilla/Susana Díaz tendrá que posponer su elección hasta después del 24 de mayo, cuando se celebren las elecciones municipales. Ésta es la opinión tanto del PP como de algunos dirigentes socialistas consultados ayer, que han comprendido a las bravas que las agendas de Podemos y de Ciudadanos (C's) no pasan por Andalucía, sino por la cita electoral de mayo y, en especial, por las generales de otoño, cuando se estrenan sus dos líderes, Pablo Iglesias y Albert Rivera. La pugna que ambos han abierto en España tiene mucho que ver con este retraso andaluz. Ante ello, el PSOE ha activado su plan B de acercamiento al PP; es cierto que no lo había abandonado del todo, pero ayer por la mañana se volvieron a reunir en el Parlamento sus dos portavoces, el socialista Mario Jiménez y el popular Carlos Rojas. Por la tarde volvieron a hablar. El PP hizo entrega de las 146 propuestas de las que habló su líder, Juan Manuel Moreno, en la sesión del martes, muchas son asumibles por los socialistas, pero el principal partido de la oposición no va a mover ficha hasta después de las elecciones municipales. Una vez que se conozcan cómo han quedado sus principales alcaldes, qué ayuntamientos están en juego e, incluso, cuál es el mapa de colores de las autonomías, los populares estarán en disposición de negociar con Susana Díaz pero con todas las cartas de la baraja. El adelanto electoral de la estabilidad parece haber concluido así, en una espera hasta después de otras elecciones. El Parlamento se volverá a reunir mañana para proceder a la segunda votación, en la que sólo hace falta una mayoría simple, pero toda la oposición votará no en bloque, incluido C's.

La espantá de Ciudadanos ha sido sonada, el que fuera su candidato en las elecciones, Juan Marín, ha quedado en evidencia ante los intereses de Albert Rivera, quien desde Barcelona está marcando los tiempos de su franquiciado en Andalucía. Desde los pasillos del Parlament, Albert Rivera instó ayer al PSOE andaluz a que pusiera "hora y fecha" a la dimisión de Manuel Chaves como diputado. A Ciudadanos le bastaba hasta ahora el anuncio de que se iría, pero este partido ha entrado en pugna con Podemos, desde donde se le acusa de corrupción e, incluso, de contar con miembros que poseen cuentas en Suiza. El PSOE había pactado con Ciudadanos la firma de un acuerdo en contra de la corrupción, que se iba a firmar hoy, pero ha quedado suspendido sine díe. Susana Díaz mantiene que lo firmará cuando sea elegida presidenta, pero el caso es que la llave que abría las nueve abstenciones de Ciudadanos ha caído al fondo del mar. Como tampoco eran decisivos -hacen falta 16 abstenciones-, los socialistas se han olvidado, de momento, del partido de Rivera, cuya primera actuación en la Cámara andaluza ha evidenciado su falta de autonomía ante los intereses de Barcelona.

De los "pequeños", de los partidos pequeños, es de lo que estuvieron hablando ayer en el Parlamento Carlos Rojas y Mario Jiménez. Los socialistas han dejado de fiarse de ellos, de Ciudadanos por su automatismo, y de Podemos porque han mostrado sus divisiones: los andaluces habían amagado, en contra de la dirección estatal, con consultar a sus bases ante un posible cambio del no a la abstención. Carlos Rojas rompió las relaciones con los socialistas después de que se quedasen con un solo miembro en la Mesa del Parlamento. Entre las 146 propuestas del PP, hay muchas que son asumibles por los socialistas, tales como la rebaja del IRPF, aunque en otras avanzan mucho más, caso de la supresión gradual del impuesto de donaciones y sucesiones, y algunas serán difícil de aceptar, como la supresión de la subasta de medicamentos, las creación de una comisión de investigación sobre los cursos de formación y la construcción de una autovía entre Cádiz y Huelva, que no especifica si es costera o interior.

Sin embargo, el PP tiene otro problema. En palabras de su líder, Juan Manuel Moreno, pactar con el PSOE en Andalucía es "beber lejía"; es decir, que cualquier partido de la oposición debe asumir un coste entre sus electores si se aviene a abstenerse en la investidura de Susana Díaz, un coste grave porque el voto no socialista en la comunidad es muy antisocialista después de 32 años de mandato. Aun así, el PP es el mejor situado para ello, muchos de sus votantes saben que es un partido de Gobierno con sentido de la responsabilidad y aceptarían que impidiese unas segundas elecciones. Pero Moreno Bonilla, que es el más proclive a la abstención en su organización, tiene que contar con argumentos para proponer en cambio de esta magnitud. Por eso tendrá que esperar al 24 de mayo. Si dejase pasar a Susana Díaz y después de las elecciones de mayo, el PSOE desalojase a sus alcaldes mediante pactos de izquierda contra la minoría mayoritaria, tendría sus días contados al frente de una organización que no lo acepta del todo. Es cierto que hay alcaldes populares, como los de Córdoba y Sevilla, que prefieren alcanzar un acuerdo ahora, pero son de los que menos se fía la dirección andaluza del PP. Puede ser que estos ediles quieran unas segundas elecciones para desalojar a Juan Manuel Moreno si vuelve a fracasar.

El tactismo de todos ha presidido el proceso. Susana Díaz confiaba en sacar una mayoría amplia para gobernar en solitario y poder saltar a Madrid si su secretario general, Pedro Sánchez, fracasaba en las próximas municipales y autonómicas, pero es posible que la presidenta siga estando en funciones cuando su partido analice estos resultados el 25 de mayo. Díaz obtuvo un gran resultado, pero no el que buscaba, posiblemente por la irrupción no prevista de Ciudadanos cuando se decidió el adelanto, y Pedro Sánchez se ha hecho fuerte en Madrid con el apoyo de Felipe González y de la vieja guardia socialista. El golpe de mano contra el madrileño Tomás Gómez lleva el sello de los mejores estrategas de Ferraz, aunque no se encuentren allí físicamente. Las declaraciones de González en plena campaña de las andaluzas en las que comunicaba que Susana Díaz se quedaba en Andalucía fue el inicio de la barrera que se ha levantado en Despeñaperros respecto a sus intenciones nacionales.

Susana Díaz se volverá a someter mañana al voto del Parlamento andaluz. Necesita más síes que noes, pero ningún grupo de la oposición se lo facilitará.

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