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de libros

La historia más triste

  • Una nueva traducción para un título mayor que jamás envejece.

El inicio de El buen soldado forma parte ya de la literatura inmortal. El lector queda avisado: "Ésta es la historia más triste que he oído jamás". Es como si desde la primera página se nos quisiera mostrar, abierto en canal, un corazón compungido. El inglés Ford Madox Ford (1873-1939) publicó en 1915 una de las novelas consideradas dentro del canon de obras maestras del siglo XX. Sexto Piso publica ahora una nueva traducción de la famosa historia sobre los Ashburnham y los Dowell.

Siguiendo el consejo de Stendhal, cuando atravesaba ya la cuarentena, FMF creyó estar preparado para escribir una novela relevante. Pese a la monodia de aquella Inglaterra victoriana en la que había nacido, entre sus metas como escritor siempre estuvo experimentar, innovar, dar una vuelta de tuerca a la narrativa inglesa. De modo que con tal propósito -así lo explica- se sentó a escribir su novela un 17 de diciembre de 1913. Como fondo ambiental, del té a las cinco en los años de la reina Victoria la metrópoli británica había pasado ya por la era eduardiana. Y su herencia cultural, lo mismo como manifiesto de rectitud que como oculto cuadro de podredumbre, se refleja a lo largo de la novela.

En principio su título no iba a ser El buen soldado. El autor había escogido otro más ceniciento: La historia más triste. Pero por aquella hora funesta Gran Bretaña, como el resto de Europa, se hallaba ya sumida en el horroroso fragor de la Gran Guerra. De modo que el editor le sugirió una y otra vez a FMF -éste se hallaba de instrucción en el ejército- otro título menos desmoralizante. Molesto por los continuos telegramas que recibía por parte de aquél, pero casi a modo de ironía, el autor le sugirió El buen soldado. Para su horror el libro se entregó a las prensas bajo este título.

El escritor inglés Ford Madox Ford (Merton, 1873 - Deauville, 1939). El escritor inglés Ford Madox Ford (Merton, 1873 - Deauville, 1939).

El escritor inglés Ford Madox Ford (Merton, 1873 - Deauville, 1939).

Con discutible tino se ha dicho que esta novela vendría a ser como El gran Gatsby, sólo que al modo británico. Pero FMF ambicionaba otra cosa. Quería hacer por la novela inglesa lo mismo que Maupassant había hecho por la francesa con Fuerte como la muerte. Pocas obras logran revelar lo que la era eduardiana, bajo las brillanteces de la belle époque, tenía de engaño, de hipocresía, de mezquindad. Se nos cuenta aquí la historia de dos matrimonios convencionales y avenidos. Por un lado los Ashburnham (Edward y Leonora), con su irritante abolengo inglés. Por otro los Dowell (John y Florence), estadounidenses de la puritana Filadelfia. Se conocen en un balneario europeo, adonde una y otra pareja solían ir por razones salutíferas (se supone que Edward y Florence padecían de dolencias cardiacas).

La relación entre ambos matrimonios perdura a lo largo de nueve años. Pero el tiempo, lejos de corroborar la mutua confianza, lo que hace es evidenciar poco a poco los signos, hasta entonces embozados, de una enorme farsa social. Gran parte del logro de El buen soldado es la manera sugestiva, a modo de recuerdos no bien hilados deliberadamente, con la que el lector se va aproximando al centro del escándalo. Todo se nos cuenta desde el punto de vista de John Dowell, quien dirige su relato a un anónimo y misterioso oyente (la técnica literaria empleada es la del narrador no fiable). De un lado se nos narra el momento en el que las dos parejas traban amistad en el balneario alemán de Nahueim, en 1904, mientras conviven años más tarde en la mansión de los Ashburnham, situada en el típico y verdeciente countryside inglés. Pero también, en otro momento dado, se nos narra cómo la hipocresía muestra su ruindad al estallar sin recato ya alguno (adulterio, mentiras, falso virtuosismo, pasión exacerbada, arribismo, malandanza).

La religión como tenaza suele estar presente en la novela: catolicismo frente a la fe protestante. Desde este ángulo religioso, los personajes son analizados a través de los ojos incompetentes de John Dowell, quien acaba confesando su impotencia para comprender no sólo en qué consiste el alma inglesa, sino el alma, el arcano de todos sus congéneres. En realidad, ¿quién puede llegar a comprender lo que es un hombre?

El prolífico FMF alcanzaría merecida fama con El buen soldado. Editor de revistas literarias (en ellas colaboró lo más granado de su tiempo, como su amigo Joseph Conrad o Henry James, entre otros muchos), fue autor de la también famosa tetralogía El final del desfile (1924-1928). Este ciclo lo dedicaría al influjo que la Gran Guerra tuvo antes y después sobre la vida inglesa. FMF es un clásico y El buen soldado un título mayor que jamás envejece.

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