Elecciones

El PP, contra la naranja mecánica

  • Los populares asumen que Albert Rivera intentará ser presidente si es el segundo. Los tres aspirantes con opciones se reprochan los posibles pactos tras el 20-D. Pedro Sánchez justifica un acuerdo contra el PP: "El 70% quiere un cambio".

ALBERT Rivera es la pieza a batir, la posibilidad de que el líder de Ciudadanos sea presidente del Gobierno si su partido naranja queda en segunda posición el domingo 20 de diciembre ha alertado al PP. Si hasta ahora los populares contaban con Rivera para investir a Mariano Rajoy presidente, la confirmación por parte del CIS de que la naranja mecánica puede estrenarse en el Congreso con 63 o 66 diputados les hace temer que logren adelantar al PSOE e intenten una alianza con los socialistas. El PP necesita tapar la sangría de electores desde su partido hacia Ciudadanos y convencer a los que aún dudan de que Rivera lleva dentro la incertidumbre. Hay miedo, pero sobre todo mucho miedo fingido; en todas las campañas hay que estimular los peligros en la mente de los electores. Los vicesecretarios más jóvenes del PP, Andrea Levy y Pablo Casado, pusieron ayer en circulación la cadena de apoyos que puede asustar al votante conservador: que los votos de Ciudadanos vayan a terminar en manos del socialista Pedro Sánchez, al que indentifican con "un segundo Zapatero". Curioso y revelador que no alerten de que Rivera pueda ser el presidente, sino que éste apoyará a Sánchez. El bocado de los naranjas es demasiado grande, y hay dirigentes que creen que aunque Ciudadanos termine por apoyar a Rajoy, éste tendría que entregarles medio Gobierno.

El jefe de campaña popular, Jorge Moragas, explicó a principios de la semana que ellos son unos clásicos, que su contrincante a batir es Pedro Sánchez, otro ejemplo de fingimiento, éste por ocultación. Quizás esa sea la causa por la que Rajoy sí ha aceptado debatir con el socialista, a quien llaman el jefe de la oposición. Fue el título que en su día Felipe González le dio a Fraga. Perpetuo, habría que añadir.

Casado, Levy y De Cospedal pusieron en circulación la palabra que más temor causa al elector tranquilo: tripartito, en recuerdo de aquel desastre sin paliativos que con el que Pascual Maragall inició la cosa catalana. Y "el pacto de perdedores", un acertado calificativo sin respaldo constitucional acuñado por Javier Arenas en Andalucía para cuando Griñán tuvo que pactar con la IU de Diego Valderas.

Hay dos elementos verdaderos en el temor que atiza el PP, lo que no tienen por qué convertir en verdad el hecho. El primero es que a 14 días de las elecciones, en efecto, hay tres aspirantes con opciones reales de ser presidente, y dos de ellos son Rivera y Sánchez, y segundo, que Ciudadanos no tiene como axioma que el partido más votado sea el que deba gobernar. Pero desde Zaragoza, el líder de Ciudadanos volvió a asegurar que él no hará presidente "ni a los azules ni a los rojos". Si Rivera no es presidente, no entrará en ningún Gobierno, lo que no significa que intente la Presidencia si llega a ser segundo. "Están todos los días haciendo cábalas, todo el día metiendo el miedo en el cuerpo", dijo desde la capital aragonesa. En su opinión, y puesto que todo el mundo atiza los pactos, el de Ciudadanos mantuvo que lo que hay en marcha es una "operación salvar al soldado Pedro Sánchez", se trataría de una conspiración del bipartidismo.

Sánchez, que ayer visitó el programa de María Teresa Campos, fue claro dentro de la confusión; sostiene que sólo quiere ganar, pero apunta que el 70% de los encuestados desean el cambio, según el CIS, y el cambio es quitar a Rajoy. Justifica el acuerdo a tres bandas contra el PP, aunque lo niegue nominalmente.

Si tienen alguna duda, recurran al artículo 99 de la Constitución, su quinto apartado. En resumidas cuentas, que si pasados dos meses a partir de la primera votación, ningún candidato hubiera obtenido la confianza del Congreso, el Rey convocaría otras elecciones y eso, lo de otras elecciones, no va a ocurrir. De este modo, si Rajoy logra acercase a los 140 escaños, Ciudadanos tendrá que favorecer su investidura aunque no entre en el Gobierno, pero si Rivera o Sánchez quedasen muy cerca de los populares y éstos bajasen de 130, el resto de las opciones son posibles.

José Félix Tezanos, uno de los hombres que mejor conocen los sondeos que se hacen en este país, histórico colaborador de Alfonso Guerra, sostiene en un artículo de la Fundación Sistema que el CIS ha sobrevalorado el voto estimado del PP para conjurar la equivocación al voto oculto en el que suele incurrir el elector popular. Tezanos respalda este argumento con el hecho de que el PSOE sea el partido mayoritario en el CIS en el epígrafe voto declarado más simpatía, dos décimas por encima del PP y cinco puntos por delante de Ciudadanos. Algunos consultados en el PP también opinan que el CIS quizás haya castigado al bipartidismo en su cocina.

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