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Hablando en plata

El Festival de Jerez y el centenario de Carmen Amaya

  • Debido a sus compromisos artísticos, solo pudo venir una vez a bailar a Jerez, ante cuyo público dijo sentir verdadero miedo, porque sabía que “aquí chanelan el baile”; como manifestó horas antes de debutar en el Teatro Villamarta

El 2 de noviembre pasado se cumplía el centenario de Carmen Amaya, la que fuera la más genial bailaora de todos los tiempos. Un centenario que ha sido conmemorado, con más o menos solemnidad, en otros muchos lugares de España. En teatros, peñas flamencas, tablaos y centros culturales. Y aquí, en Jerez, pensábamos que también se tendría un detalle que honrase a quien bailó como nadie y llenó con su arte los más grandes coliseos de Europa y América. Pero, para sorpresa nuestra, el programa del Festival de Jerez, tal vez por olvido, no incluye, en ninguno de sus apartados, un simple acto que invoque el nombre de tan genuina y racial artista, nacida en Barcelona, pero de sangre andaluza, de las gitanas cuevas del Sacromonte.

Aún estamos a tiempo de intentar algo, siquiera sea modestamente, pero que demuestre que Jerez, la tierra de tan grandes maestras del baile, como La Macarrona, La Malena, Las Antúnez y tantas otras, no se ha olvidado de aquella a la que llamaron 'La Capitana', por su baile que podríamos denominar de "capitán general, con mando en plaza". Porque si bien es cierto que la Amaya tan solo bailó en Jerez una sola vez en su vida, en el Teatro Villamarta, en abril de 1953, esa única ocasión quedó reflejada para siempre en el historial del teatro, y nunca se ha borrado de la mente de los que consiguieron asistir a dicha actuación, que muchas personas mayores aún recuerdan con verdadera emoción.

¿Y qué hacer, como celebrar tal efemérides flamenca, a estas alturas?, dirán algunos.

En principio, digamos que el de nuestra ciudad es el único Festival de Baile que, actualmente, se celebra en el mundo, con la enorme categoría que viene haciéndolo, año tras año. Y esa categoría y exclusividad son las que, precisamente, le obliga a no olvidar detalles tan conocidos, y reconocidos, como pregonados a bombo y platillo, del centenario del nacimiento de Carmen Amaya, vivo volcán del baile, que no se apagó hasta que Dios no cerró sus ojos, un 19 de noviembre de 1963. Es el Festival de Jerez, precisamente, por su importancia en el mundo de la danza, el que nos obliga a celebrar de algún modo este centenario. Y aunque ya todo el programa esté en marcha, siempre puede haber un día, una hora, un momento, antes de que se clausure el festival, para colocar una pequeña placa, en un lugar del vestíbulo, que diga simplemente: "En este teatro bailó, una sola vez en su vida, en abril de 1953, la genial Carmen Amaya, genio del baile flamenco".

Este cronista fue uno de los afortunados que la vio bailar esa noche y aún recuerda, entre otros bailes, que hizo un zapateado genial, vestida con pantalón negro; y unas impresionantes seguiriyas, moviendo con la mayor donosura una larguísima bata de cola blanca. Esa misma tarde, la gitana universal, había estado en el estudio del poeta y fotógrafo Antonio Gallardo, donde declaró al periodista Miorgo, del diario 'Ayer', con el abogado Manolo Dormido, como testigo, que su estilo de baile era "gitano puro" y que aquí, en Jerez, sentía un poco de miedo al actuar, "porque sé -dijo- que este es un sitio muy difícil; porque aquí chanelan el baile. Además, tienen a una Lola que vale mucho"; en alusión a Lola Flores. La pena es que el bueno de Antonio Gallardo, que tanto la admiraba, ignoramos por qué razón, no consiguió fotografiarla, dicho día, según nos manifiesta su hijo de igual nombre. Tal vez Carmen pensara volver en otra ocasión y entonces dejarse retratar. ¡Cualquiera sabe! Es un misterio sin resolver.

Que nosotros sepamos, en Jerez tan solo se le dedicó un homenaje a Carmen Amaya. Se lo organizó, en su sede de la calle Quintos, la Cátedra de Flamencología, el año 1985, con intervención de varios oradores y la proyección de una de sus películas, la última que hizo, 'Los Tarantos'. Ahora, con motivo de su centenario, sería la mejor ocasión de que quedara un recuerdo permanente y sencillo de ella, en el Teatro Villamarta, donde tan solo bailó una vez; posiblemente debido a que sus numerosísimos contratos no le dejaran fecha libre para otra nueva ocasión; porque después de su gran éxito, seguro, seguro que la familia Riba, empresarios del teatro en aquella época, haría todo lo posible por volverla a traer a Jerez.

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