Apenas han superado los veinte años, pero tienen muy claro lo que quieren. Son Bastián, Antonio y Luis o lo que es lo mismo, Cantarería Street, un grupo de flamenco-rap que esta noche se estrena con picadores en la Sala Paul.

Forjados en familias de raíz del barrio de Santiago, su amor por la música "lo tenemos desde chiquititos", cuenta Bastián, que se autoproclama como "el portavor", relata entre risas. Fue Luis, de la familia de los Vargas, "quien nos metió el veneno porque él desde siempre ha hecho rap". "Nosotros éramos más puros", recuerdan Bastián y Antonio, emparentados con los Moreno y los Carrasco, respectivamente.

El teorema principal de su idea es el soniquete, "somos del Tato Diego Carrasco y Tomasito", desde donde "fusionamos todo tipo de músicas".

"Nos metemos en un local que tiene Luis y allí componemos nuestras letras, lo hacemos desde que tenemos 16 años. Al principio nos lo tomábamos como un hobby, pero un día lo escuchó mi primo Luis Carrasco y el primer concierto lo dimos en Bereber gracias a él", recuerda Antonio.

A partir de ahí, "hemos trabajado en Málaga, y en Sevilla, en el Teatro de Jesús Quintero, poco a poco nos van saliendo cositas".

Pese a su juventud respetan al máximo sus orígenes, "eso es lo que nos dicen nuestras familias", prosigue Bastián. "Lo que nosotros hacemos no es flamenco, es música. El flamenco lo hicieron nuestros padres y nuestros abuelos y eso hay que respetarlo como un monumento antiguo. No podemos construir sobre él, sino sobre otra música, porque en el flamenco ya está to construido".

"Lo nuestro es sólo música y no tenemos una etiqueta fija, aunque el flamenco está claro que nos sale porque es lo que llevamos haciendo y escuchando desde chicos", interrumpe Luis.

Cantarería Street tiene "nuestra propia olla y ahí echamos rap, echamos soul, echamos jazz, reggae, todo lo que haga falta porque también nos gusta improvisar, y meter ritmo, somos muy rítmicos", concluye Antonio, al tiempo que interpretan una de sus creaciones.