Programación Guía completa del Gran Premio de Motociclismo en Jerez

Festival de Jerez

Francisco Hidalgo, el bailaor que soñó con ser margarita

Francisco Hidalgo, con 'Moscas y Diamantes' en los Museos de la Atalaya.

Francisco Hidalgo, con 'Moscas y Diamantes' en los Museos de la Atalaya. / Manuel Aranda (Jerez)

Cuenta Francisco Hidalgo que los niños de su pueblo (Algodonales) le decían que era “el mariquita que sabía bailar sevillanas”. El bailaor explica sobre sus inicios que creció “sin escuelas, ni peñas, ni antecedentes flamencos, en un local con el suelo de cemento donde colgaban ristras de ajos”. Nunca se definió como un bailaor de compañías y desde pequeño tuvo claro que debía buscar su propia personalidad artística, un estilo único que le permitiera bailarle al mundo.

Francisco Hidalgo ha sido como un Billy Elliot, cambiando el ballet clásico por el flamenco y el condado inglés de Durham por un pueblo de la serranía gaditana. Así, a escondidas de su padre y buscándose las habichuelas, comenzó el germen de este Moscas y diamantes, creado a partir de una residencia de investigación en el Centro Coreográfico Canal de Madrid y que ha contado con el asesoramiento coreográfico de Belén Maya, la dirección escénica de Carlos Chamorro y la dirección musical de Antonia Jiménez. Moscas y diamantes le ha servido para quitarse miedos e inseguridades del pasado, dando un paso definitivo a mostrarse tal y como es, a buscar su propia libertad. Él y su vida han sido su propio mensaje.

En los Museos de la Atalaya, Francisco Hidalgo comienza su espectáculo deambulando en el patio exterior, haciéndonos partícipe de su proceso artístico mucho antes de llegar al escenario. Asistimos así a los inicios, acompañando al artista a un tiempo anterior. No sabemos si en esa antesala, Francisco Hidalgo recorre su propia historia, si revive miedos o quizás empiece por el final, por un estado en el que ya está liberado y que le permite encontrarse con el público, sostener la mirada al otro y compartir los límites de un estrecho espacio de seguridad. Una vez llega al escenario, se detiene un rato observando su futuro -o revisitando su pasado-. Un árbol que simboliza el crecimiento personal y la naturaleza es el único elemento que aparece en escena.

Sobre las tablas, Miguel Ortega al cante e Iván Mellén a la percusión acompañan al bailaor gaditano. A la guitarra, Antonia Jiménez, tocaora que ha pasado por el festival con recitales propios pero también acompañando a artistas como a Olga Pericet en Un cuerpo infinito. Mientras que el cante y el baile cuentan con numerosas mujeres entre sus filas, el toque sigue siendo una disciplina minoritaria para ellas, por lo que, desgraciadamente, aún resulta un detalle sorprendente. Referentes históricos como Adela Cubas se encuentran ahora con referentes contemporáneos como Antonia Jiménez, que en Moscas y diamantes ha interpretado unos tangos con guitarra eléctrica.

El espectáculo es un espacio para la complicidad de Iván Mellén, Antonia Jiménez, Miguel Ortega y Francisco Hidalgo. El elenco apoya y da sustento al baile de Hidalgo, al que parecen decirle, cada uno desde su lugar: estamos aquí y te acompañamos, baila como quieras y como te nazca. En un momento, Iván Mellén utiliza sus percusiones en el propio cuerpo del bailaor, al tiempo que parece espantar las moscas, esas moscas que dificultan y entorpecen, que empequeñecen nuestro tránsito por la vida. En esta ocasión, Francisco Hidalgo se ha lanzado a la búsqueda de su propia esencia, de su diamante en bruto. En este proceso de búsqueda de una estética propia, el bailaor ha encontrado inspiración en la obra del pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasamín, cuya obra estuvo marcada por la denuncia del dolor, la marginación, la injusticia social y la violencia de los pueblos indígenas.

“Pienso que la imperfección es el principio de la personalidad, en el dramatismo de sus expresiones faciales veo mi rostro cuando bailo; y la humildad que reflejan estas obras, me reflejan la humildad con la que considero que hay que bailar para definirme como artista único y humano”. Exactamente así se ha mostrado Hidalgo, transparente y humilde, bailando, cantando y demostrando un fuerte trabajo interpretativo. De esta búsqueda ha brotado una margarita que el artista ha acomodado sobre su barba para seguir bailando. Una margarita que simboliza su verdad, el amuleto que siempre habrá albergado en su interior, y que esta vez ha decidido sacar y compartir en complicidad con el público.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios