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Baile

El baile de la victoria

Alfonso Losa exhibe su mejor versión en 'Consecuencia' / MIGUEL ÁNGEL GONZÁLEZ

Cuando se trata de bailar, Alfonso Losa no pierde el tiempo. Tanto que su 'Con-secuencia' no se anda por las ramas, y va directo al grano. El baile es el pilar principal de su espectáculo, sin apoyarse en consideraciones ni inventos fuera de lugar. Su idea dancística está más que arraigada, y parte de una trayectoria amplia que ha ido escalando peldaños hasta encontrar el sitio que anhela. Es, como él mismo advirtió el día antes, un punto de partida para desarrollar lo que más le gusta, bailar.

La composición escénica, para la que ha contado con Florencio Campo, es simple, aunque se recurre a elementos tecnológicos, como pueden ser proyecciones un poco más sofisticadas, que acaban sorprendiendo, para bien, al espectador. Con ellas alimenta y da consistencia al espectáculo, sin tener que tirar de otros recursos escénicos más voluminosos.

El resto corre a cargo del bailaor, un portento físico que, guste más o guste menos su línea estética, defiende con uñas y dientes su filosofía. Se mueve bien, con elegancia y masculinidad, y cuando tiene que adentrarse en la técnica, maneja toda una amalgama de posibilidades que nunca le hacen perder la cara al baile. Igual le ocurre cuando decide dar rienda suelta a la improvisación, presente en gran parte del espectáculo. Ahí se mueve como pez en el agua, escuchando el cante, parándose cuando éste lo requiere y rematando con rotundidad cada palo.

Como si fuera una lluvia de ideas, Alfonso Losa nos descubre su agresivo baile por bulerías, reposa su cadencia por alegrías, se busca por soleá y seguiriyas y disfruta por tangos, siempre bajo su mismo prisma y en muchos casos de manera esbozada, ya que no son bailes completos.

Lo hace con un elenco extraordinario, en el que El Bola aporta frescura y vitalidad, Manuel Tañé, la experiencia y la jondura, y La Tana, la gitanería más dulce. No hay que olvidar la percusión de Manuel Masaedo, y sobre todo la guitarra de Yerai Cortés, un auténtico virtuoso, claro ejemplo de la riqueza que vive la sonanta hoy día, y en el que las influencias de artistas como Diego del Morao se hacen notar. Su aportación es mayúscula.

Bien es cierto que el espectáculo, que empieza arrollando y que alcanza uno de sus cénits con el diálogo coreográfico entre Alfonso Losa y la proyección de Rocío Molina, espectaculares ambos levantando los olés del público, cae en algunos momentos en la monotonía, es como si le faltase un cabo más al que agarrarse.

No obstante, tiene otras situaciones para enmarcar, como los tientos-tangos que protagoniza La Tana, una verdadera delicia para los oídos, a los que responde el bailaor con otra exhibición de fortaleza.

Tras pasar un proceso de motivación, que arranca en su estudio, y desarrollo, donde resulta vital el contacto con otros artistas, Losa concluye su montaje dejándose llevar y haciendo lo que más desea, bailar. Es un baile libre, anárquico y propio que se hace grande por bulerías al ritmo que marca Tañé, El Bola y La Tana, una baile del que sale victorioso y vencedor.

BaileCon-secuencia

Dirección artística: Alfonso Losa. Coreografía: Alfonso Losa. Dirección escénica: Florencio Campo. Cantaores: Ismael de la Rosa ‘El Bola’ y Manuel Tañé. Percusión: Manuel Masaedo. Guitarra: Yerai Cortés. Artista Invitada: La Tana. Dirección musical: Yerai Cortés. Diseño de iluminación: David Picazo y Marino Zabaleta. Técnico de sonido: Jaime Armengol. Diseño de Vestuario: Belén de la Quintana. Foto y diseño: Beatrix Molnar. Día: 1 de marzo de 2018. Lugar: Teatro Villamarta. Aforo: Lleno.

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