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Festival de Jerez

El ritmo al servicio del baile

  • El sentido del ritmo de Rocío Molina cautiva al Villamarta

Hallar la sencillez no es tarea fácil, menos aún cuando se supera una cierta fase de la vida artística. Llegado a este punto todo se vuelve exigencia, responsabilidad, presión, necesidad, ansiedad... y tanta búsqueda acaba por esconder la esencia, lo natural, lo innato. Por todo eso, Rocío Molina y Rosario La Tremendita, con la colaboración del contrabajista Pablo Martín, se proponen recuperar esa semilla inicial que un día olvidaron en un rincón y que les ha hecho perder su sino. Lo hacen a través de un montaje intimista, en el que no hay espacio para escenografías magnas (una percha, un sofá y poco más), pero donde todo está especialmente cuidado, desde la luz a la música, la enlatada y la que se hace en directo. Es el mejor ejemplo de ese pequeño formato que hemos heredado de esta crisis, pero que no por ello debe estar exento de calidad, como ayer demostró 'Afectos'.

Ni que decir tiene que dentro de este universo imaginario emerge por encima de todo la figura de la bailaora malagueña, que hace tiempo superó la barrera de lo natural para navegar por el mundo de la geometría y la gravedad con una sutileza y una facilidad impropias de su edad. Rocío no necesita nada más que su cuerpo para sacarse el máximo partido sonoro y dancístico. Lo hace de pie, sentada, con un rascador, sola, acompañada y hasta abrazada a una guitarra, seguramente una de los detalles más significativos que dejó la noche de ayer.

En esa capacidad para encontrar el ritmo y para jugar con los silencios la malagueña ha encontrado en esta ocasión al cómplice perfecto, Rosario La Tremendita, una artista versátil y optimizada, capaz de cantar y tocar la guitarra a la vez, con lo difícil que es, y que encaja a las mil maravillas con la visión conceptual que defiende Molina. La trianera aporta infinidad de registros a la obra, peteneras, soleá, tangos, rumba, guajiras... y es el nexo de unión de ambas con el contrabajo de Pablo Martín, un músico excelente y cuya añadidura engrancede cualquier espectáculo. Además, su mente abierta y su capacidad creativa es un filón para cualquiera, por no hablar de su amplio conocimiento cantaor.

Dentro de ese recorrido por distintas viñetas se vislumbran momentos de monotonía, repetitivos, momentos que reducen el interés en lo proyectado y que acaban por sacar al espectador de la escena. Seguramente sea ese, junto al bucle sonoro (pues al aparecer únicamente La Tremendita y Pablo Martín en el apartado musical, el margen auditivo es reducido), el único punto de fuga cuestionable porque de lo demás, sobre todo de la actuación de Rocío Molina, poco se puede proclamar.

Una vez más destapa su lado más sensual en sus coreografías, con escorzos inverosímiles, movimientos característicos de cintura y una coordinación a la altura de las grandes. Es hoy por hoy una protuberancia en el panorama dancístico y bailaor y a ella muy pocos se le acercan.

A lo largo de hora y media el público disfrutó como nadie y aunque el espectáculo en sí no contiene esa chispa que haga sobresaltar al patio de butacas, sí que es verdad que en términos globales 'Afectos' responde a un todo generalizado, un todo que Villamarta supo reconocer despidiendo a los artistas en pie.

Baile

Afectos

Baile: Rocío Molina. Cante y guitarra: Rosario ‘La Tremendita’. Contrabajo y loops: Pablo Martín. Idea original: Rocío Molina y Rosario ‘La Tremendita’. Música Original: Rosario la Tremendita y Pablo Martín. Coreografía: Rocío Molina. Dramaturgia, escenografía, diseño de iluminación: Carlos Marquerie. Diseño de Sonido: Javier Álvarez y Pablo Martín. Vestuario: Mai Canto. Atrezzo: Iñaki Elso. Coordinación técnica: Javier Álvarez. Luces: Antonio Serrano. Regiduría y vestuario: Gloria Medina. Fotografía: Tamara Pinco. Producción: Clara Castro. Producción ejecutiva: Clara Castro y Gloria Medina. Día: 23 de febrero. Lugar: Teatro Villamarta.

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