Guillermo y Máxima de Holanda se encuentran en plena visita de Estado a Irlanda, viaje en el que la reina holandesa ha sacado la artillería pesada en cuanto a estilismos con glamour.
Pero, si uno ha destacado sobre el resto, ha sido el vestido de gala verde –color nacional del país– que llevó para la cena de gala brindada por el presidente de la república, en un claro homenaje a sus anfitriones. Un diseño del holandés Jan Taminiau con ligera cola y trampantojo gracias al forro color carne que lleva debajo que la soberana ya ha lucido en alguna ocasión anterior. Con zapatos de vinilo transparentes –al más pro estilo princesa de cuento– e impresionantes joyas de esmeraldas (incluida la famosa tiara holandesa, una valiosa reliquia real), Máxima apostó todo al verde para deslumbrar en este banquete de Estado.
Ese mismo día por la mañana, Guillermo y Máxima fueron recibidos en una ceremonia oficial de bienvenida por el presidente y su mujer. La reina llevaba un original vestido con drapeado lateral y detalles dorados en las mangas firmado por el también holandés Claes Iversen.
Los adornos dorados de pedrería y metal en las mangas simulaban pulseras y brazalates, que cubrían las mangas hasta el antebrazo. La cartera era rígida y dorada. Para cubrir su cabeza, Máxima recurrió a sus ya clásicos casquetes, en este caso a tono con el vestido.
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