Jerez alcanzó un año más Doñana con el levante como protagonista
Bastante más tarde de lo previsto la hermandad pudo llegar a Bajo de Guía
Bastante más tarde de lo previsto, a las siete menos cinco de la tarde, la hermandad de Jerez, encabezada por su carreta del Simpecado, rendía la segunda parte de la etapa entrando en la barcaza más grande de Cristóbal para dejar atrás la parte más dura del camino del día. La mar estaba con un fuerte temporal de levante y junto al estandarte inmaculista de la ciudad, decenas de devotos y peregrinos, caballos y carretas, todos juntos sobre la plataforma no sin antes haber superado el siempre difícil, instante de subir a los animales a la barcaza con el rechazo que acarrea pisar un ‘territorio’ extraño a los ojos de caballos y mulas. La operación se prolongó por espacio de unas tres horas y sobre las nueve de la noche la hermandad entró en el Parque en dirección a las Marismillas.
La frescura de la brisa marina en el rostro, ayer más bien el seco levante, fue el mejor y más agradecido signo de que Jerez estaba ya en Doñana. La llegada a Sanlúcar despertó una gran expectación. Sanlúcar se acostumbra estos días a ver pasar a las hermandades pero la estética de Jerez llama poderosamente la atención por sus carros y mulas.
Bajo de Guía es un lugar entrañable que sabe a despedida, al adiós al asfalto y la bienvenida a las ansiadas arenas de un Coto que sabe a quietud y a naturaleza expuesta en toda su belleza. Pero antes había que embarcar y cruzar la desembocadura del Guadalquivir. Y como siempre Jerez rompió el anodino ritmo de Bajo de Guía que a esa hora de la tarde acumulaba el cansancio de las muchas horas pasadas desde por la mañana con el paso de mulas, caballos y coches. La presencia de la hermandad jerezana llena física y emocionalmente. Así sucedió cuando pasadas las seis y media de la tarde entró el Simpecado en las arenas de la playa, no sin antes tañer hasta la saciedad el campanil de la capilla del Carmen ante cuya imagen se rezó antes de poner el ‘norte’ al verdor de Doñana.
Los dispositivos sanitarios y de seguridad se hicieron notar un año más gracias a la eficacia de los efectivos desplazados, desde la policía local dirigiendo el tráfico, hasta la Guardia Civil y Policía Nacional dirigiendo el embarque. A todos estos se sumaban no pocos miembros de equipos médicos y de atención sanitaria en general, siempre atentos a cualquier eventualidad en un lugar de gran concentración de público, aunque afortunadamente con más restricciones de tránsito para evitar accidentes ante la enorme acumulación de caballos.
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