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Tribunales

Juicio por los pagarés de Nueva Rumasa: "Aquello fue un calvario"

Álvaro Ruiz-Mateos, saliendo de la Audiencia Nacional.

Álvaro Ruiz-Mateos, saliendo de la Audiencia Nacional. / Europa Press

La sede en San Fernando de Henares de la Audiencia Nacional ha acogido este lunes una nueva sesión del juicio contra los hijos varones del empresario José María Ruiz-Mateos por la estafa de los pagarés de Nueva Rumasa que se está desarrollando desde finales del mes de enero. En esta jornada declararon los administradores concursales de una de las empresas que formó parte del conglomerado de Ruiz-Mateos, así como un alto directivo y el responsable del departamento de recursos humanos. 

Ahora bien, la sesión comenzó con la intervención de Marta González, que durante varios años fue la delegada de Nueva Rumasa en la Comunidad Valenciana y que comercializó pagarés emitidos por la compañía y gestionó también la relación con los inversores. La exempleada relató un caso concreto de un inversor que pretendió recuperar la inversión que había realizado y que uno de los hijos, concretamente Álvaro Ruiz-Mateos, le dijo por teléfono que le ofreciera incrementar los intereses por mantener la inversión —los pasó del "ocho al 12%"—, una oferta que aceptó el cliente, pero que acabó perdiendo con la quiebra del grupo meses más tarde.

Por ello, aseguró que se sentía “destrozada” después de ver que “tanta gente se había arruinado” por invertir en pagarés de Nueva Rumasa. “Yo me mantuve al lado de los inversores; aquello fue un calvario”, sentenció.

También participaron en la sesión de este lunes los tres administradores que fueron nombrados por un Juzgado de lo Mercantil de Valladolid para el proceso de quiebra de la compañía Hibramer, la compañía avícola que la familia Ruiz-Mateos tenía en la capital castellanoleonesa. Esta firma fue una de las que emitió pagarés, concretamente unos 13 millones de euros en pagarés de los que aún no ha devuelto más de 11 millones.

A preguntas de la Fiscalía, los administradores advirtieron de que las cuentas anuales que presentó la compañía en el Registro Mercantil en los años previos a la declaración del concurso de acreedores no reflejaban su imagen fiel. De hecho, indicó que llegaron a elevar una queja al respecto al Instituto de Contabilidad y Auditorías de Cuentas (ICAC), un órgano dependiente del Ministerio de Economía por la labor que había realizado el auditor, aunque no supieron precisar si este órgano llegó a tomar una media al respecto.

En los informes que realizaron, los administradores advirtieron de que esta empresa no tenía “una tesorería real”, sino que, al igual que hicieran otros testigos, incidió en la existencia de una caja única en el grupo a la que se transfería toda la liquidez de cada una de las compañías —la caja única estaba contralada por la sociedad mercantil Bardajera SL—. Incluso, apuntaba que era una “sociedad parasitada” por otras del grupo ya que avalaba deudas de otras compañías, una circunstancia que le provocó un elevado déficit patrimonial.

“Él era el jefe”

En la vista oral de este lunes también declararon en calidad de testigos, y a propuesta de la defensa de los hijos de Ruiz-Mateos, algunos directivos del grupo Nueva Rumasa. Entre ellos, estaba Fernando Iborra, que fue director financiero de la compañía Clesa, quien incidió en que la última decisión que se adoptaba en el grupo era la de José María Ruiz-Mateos padre. En este sentido, llegó a decir: “Ninguno de los hijos ha tomado decisiones en la gestión de las empresas; ellos se enteraban luego de lo que decía el padre”.

También señaló que, a pesar de ser el responsable financiero de la compañía, le “sorprendió” que la compañía tuviera un elevado déficit patrimonial cuando entró en concurso alegado que él “nunca lo había detectado” ya que “la empresa seguía funcionando”.

Incidiendo en la responsabilidad de la toma de decisiones, Íñigo Cuesta, que tuvo a su cargo la gestión de los recursos humanos del grupo, aunque era un trabajador externo, incidió en este sentido: “Él [José María Ruiz-Mateos Jiménez de Tejada] era el jefe”. “La gran dificultad de trabajar con este grupo era que este señor podía cambiar de punto de vista en cualquier momento”, indicó. Incluso, aseguró que el empresario llegó a pedirle informes sobre el trabajo que hacían sus hijos.

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